España ha tomado la excelencia por su oficio, la belleza en el juego como su seña de identidad. No sabe ganar de otro modo mas que ejerciendo lo sublime, no pueden ganar de otro modo más que rozando la divinidad. En el partido de esta noche tomaban parte el cielo y el infierno, los apodados diablos rojos, frente al coro de ángeles que componen el mediocentro de la selección. Un imprevisible serafín en el ala izquierda llamado Iniesta, un abnegado querubín cubriendo las espaldas, Senna, y a dos dioses componiendo nuestra particular música celestial, Xavi y Cesc, para que nuestros profanos oídos se deleiten y los demonios sean exorcizados.
Todo apuntaba desde el inicio a que esta vez el mal se impondría, en el minuto seis, Sonk adelantó a los belgas tras una jugada de estrategia. El balón se paseo por la frontal del área y llegó a los pies de Kompanys, un central de garantías que no destaca precisamente por su desborde, pero que fue capaz de superar a Sergio Ramos, un lateral de garantías que debería destacar precisamente por ser irrebasable. Tras deshacerse del de Camas centró al área chica, presunto patrimonio de Íker, para que Sonk rematara a placer.
No solo eso, además, en el minuto 15 y en pleno acoso de los de la vieja Flandes, Torres tuvo que ser sustituido tras sufrir una lesión que muy probablemente le hará perderse el partido frente al Atlético. Los hinchas rojiblancos no podrán disfrutar ni del Calderón ni de su Niño, no es de extrañar que el club de la ribera del manzanares merezca el sobrenombre de "el pupas". En su lugar, en una decisión que analizada a posteriori resulta completamente acertada, pero que en el momento no lo era tanto, del Bosque decidió poner a Cesc.
Tras el desasosiego inicial que sobrevino al gol y en el que los hijos de satán pudieron ampliar su ventaja a través de Wistell, España logró imponer su dominio. Un dominio ceremonioso, solemne, que en ocasiones parecía eterno y en otras intrascendente. España tocaba y tocaba, Xavi había adelantado su posición y ahora era Cesc quien realizaba las tareas más importantes en la salida del esférico. Eran solo los acordes inciales, los que preceden al momento cumbre. Una presión de Senna sobre Fellaini cuando intentaba sacar la pelota provocó que éste cediera mal a la defensa, Cesc no solo se aprovechó de este error sino que esperó el momento justo para dársela a Iniesta, el albacetense hizo el resto. Primero un amague sobre el central, de esos de los que se puede decir que un movimiento vale más que mil toques, y después con un recorte a lo Butagreño que le permitió disponer de la puerta vacía para alojar el balón en las mayas. Glorioso.
Aún pudo ser más severo el castigo en la primera mitad, un pase en profundidad de Sergio Ramos, que se redimió a lo largo del encuentro, fue cazado por Villa, el cual no acertó a vencer al portero por pura misericordia.
En la segunda mitad, Van der Boort amenazaba con desbaratar la armonía prestablecida por la que avanzaba el choque, sus internadas por la banda izquierda eran temibles. Puyol, en el minuto 52, tuvo que expulsar de la línea de gol una vaselina suya tras una magistral pared con Wistell. Posteriormente sería el árbitro quien anularía la jugada cuando el lateral se encontraba mano a mano con Íker.
Fellaini, tras un saque desde la esquina, tuvo la última ocasión de los belgas, acto seguido, del Bosque decidió susutituir a un desaparecido y discordante Cazorla por Xavi Alonso y dar así, aún si cabe, más consistencia a la medular. Otro fino intérprete aparecía en el recital y el partido volvió a entrar en ese particular estado de letargo místico que solo es capaz, en estos momentos, de lograr la selección patria. No llegaban las ocasiones, pero se tenía fe en el peligro, a medida que avanzaba el cronómetro las combinaciones entre los ángeles rojos se iban haciendo más claras.
En el minuto ochenta y cinco, cuando la hegemonía de los nuestros era más que abrumadora, Güiza sustityó a Iniesta. Sería el propio jerezano, recién ascendido y en estado de gracia con la roja, no tanto con el Fenerbache, quien, desde la banda izquierda centraría para que Villa -o Abadón-, por detrás de un compasivo Vermaelen, nos llevara hasta el edén.
Justa y necesaria victoria de los nuestros y del fútbol, y del cielo. Somos aspirantes a todo. A Todo.
Oficial: Nueva Chicago, Perazzo nuevo preparador
Hace 6 años
3 comentarios:
Esto es fantástico. Yo no vi jugar a la Holanda de Cruyff ni a las Brasil del 70 y del 82, pero creo que no habría mucha diferencia entre estas y la selección española. El gol de Iniesta es glorioso.
Un saludo desde La Elática
Yo tampoco las vi jugar, pero tienes razón, creo que esto es lo más parecido a aquello y, si cabe, con más dificultad, puesto que el fútbol actual es mucho más exigente en lo físico que el de aquellos. Lo de esta España es algo sobrehumano...
Grande España, muy buena segunda parte...ya casi podemos decir que estamos en el mundial.
Un saludo desde,
http://saqueneutral.blogspot.com/
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