martes, 9 de diciembre de 2008

La regla de oro

Existe una regla no escrita pero consabida universalmente dentro del fútbol: si el público comienza a solicitar la dimisión del presidente, éste ha de interpretarlo como el mandato expreso de destituir al entrenador. Enunciada de este modo puede resultar un tanto absurda, pero el hecho es que se cumple. Así, por ejemplo, Florentino Pérez se deshizo de hasta cinco entrenadores antes de abandonar el barco merengue durante sus dos últimos años de presidencia. Un caso extremo podría ser el de Jesús Gil que en diecisiete años en el control del Atlético utilizó a veinticinco técnicos diferentes.

Evidentemente para Calderón es diferente, es el primero al que despide y es muy probable que su estancia en el palco del Bernabéu sea tan efímera que no tenga tiempo para más, aunque, según demuestra el caso de Gil, esta conducta puede generar adicción. Además de ser el primero, Schuster se lo había buscado, sus declaraciones con respecto al partido que se dispute el próximo sábado en el Nou Camp son inadmisibles para cualquiera que ame al Real Madrid con un mínimo de honestidad. Durante los últimos meses su comportamiento altanero y displicente ha desquiciado a todos, no solo a los medios, a los que siempre tuvo en su contra, también a los aficionados y, finalmente, a la directiva. Por lo tanto, estamos ante una destitución plenamente justificada desde casi todos los puntos de vista, incluyendo el deportivo. La situación que atraviesa el equipo antes de enfrentarse al eterno rival presenta todos los síntomas de una grave crisis de la que no puede exculparse al germano.

La pregunta es, ¿tiene toda la culpa Schuster de esta situación? Conviene recordar que Calderón obtuvo su polémica elección tras prometer a Robben, Kaká y a Cesc. Únicamente consiguió traer al primero, con un año de retraso y al cual, para más inri, todavía no hemos tenido ocasión de disfrutar más de diez partidos seguidos, buenos o malos. Durante este verano presenciamos el culebrón Cristiano Ronaldo, tras múltiples dimes y diretes, el asunto se saldó con la marcha del que, probablemente, fue el jugador más desequilibrante del equipo durante las dos últimas campañas, en las que se lograron sendos títulos, Robinho. La plantilla confeccionada por la directiva, responsabilidad última de Calerón era, por lo tanto, inferior a la de los años anteriores, situación que el propio Schuster denunció durante la concentración en Irding. ¿Realmente el Madrid tiene un equipo capaz de enfrentarse a los mejores? ¿Realmente este Madrid se parece en algo al que prometió Calderón, al que le prometió al propio Schuster?

La llegada de Juande Ramos llenará las portadas e inyectará un halo de esperanza en la hinchada. Cuando se diluya el efecto de la novedad, si los resultados no acompañan, Calderón tendrá que buscar otro revulsivo. De momento, en un acto de inconmensurable cobardía hipócrita, se achaca toda la responsabilidad de la contratación del castellano a Mijatovic, como si no supiera todo el mundo quién es el que de verdad tiene la última palabra. ¿Será el montenegrino el próximo?

1 comentario:

Juan y Fer dijo...

Hola,
está claro que el principal culpable es Calderón por haber elegido a un inepto como Mijatovic, que será el próximo en ver la salida.
Un saludo desde,
http://saqueneutral.blogspot.com/