martes, 16 de diciembre de 2008

Lassan Diarra

Probablemente nadie recuerde hoy aquellos tiempos en los que los mediocampistas defendían y atacaban, en los que el doble pivote era un concepto que únicamente aplicaban los técnicos más conservadores. En los que se hablaba del rombo como una alternativa viable para la medular, sistema en el que un único pivote trabajaba en la elaboración y en la recuperación acompañado de un media punta y dos extremos que ayudaban también en defensa. Jugadores como Redondo o Effemberg, o como los clásicos, Pirri y Beckenbauer.

Actualmente, desde la llegada de Makelele al Madrid, de la eclosión tanto en la selección como en el Arsenal de Vieira y de la aparición de Davids en el Ajax, se ha impuesto la tendencia de contratar a un centrocampista defensivo, preferentemente de origen africano y que destaca esencialmente por sus cualidades atléticas en todos los grandes equipos. Diaby en el Arsenal, Essien y Obi Miquel en el Chelsea, Sissoko en la Juventus, Touré Yaya y Keita en el FC Barcelona, Muntari en el Ínter, Assunçao en el Atlético, Emmanuelson en el Ajax y en la selección holandesa... La lista es prácticamente interminable.

Tras la baja del representante de esta categoría de futbolistas en el Real Madrid, Mahmadou Diarrá, la directiva aboga por fichar a un jugador de sus características y hasta con el mismo nombre y procedencia, se apellida también Diarrá, Lassana, y pertenece a una familia maliense. Su valor aproximado es de 20 millones de euros y puede jugar, al igual que Essien, tanto de mediocampista defensivo como de lateral derecho. Garantiza trabajo físico, contundencia y colocación. Quizá su mayor hándicap sea su escasa planta, apenas 1,75, lo que estaría lejos de resolver uno de los problemas que arrastra el conjunto blanco en el medio, poderío aéreo. Tampoco puede colaborar en la elaboración, pues tanto su visión de juego como sus habilidades técnicas distan mucho de ser excepcionales y ni siquiera su paso por el Arsenal fue capaz de mejorarle. Su carácter es díscolo y, debido a eso, no ha triunfado en Inglaterra -actualmente milita en el mediocre Portsmouth-, ni se ha consolidado como titular en la selección de Francia. Para más inri, y como no podía ser de otra manera tratándose del actual Real Madrid, lleva lesionado más de un mes.

¿Seguro que Dani Parejo -mucho más cercano a la otra categoría mencionada arriba- no podría suplir con garantías a Gago -el supuesto heredero de Redondo-?

martes, 9 de diciembre de 2008

La regla de oro

Existe una regla no escrita pero consabida universalmente dentro del fútbol: si el público comienza a solicitar la dimisión del presidente, éste ha de interpretarlo como el mandato expreso de destituir al entrenador. Enunciada de este modo puede resultar un tanto absurda, pero el hecho es que se cumple. Así, por ejemplo, Florentino Pérez se deshizo de hasta cinco entrenadores antes de abandonar el barco merengue durante sus dos últimos años de presidencia. Un caso extremo podría ser el de Jesús Gil que en diecisiete años en el control del Atlético utilizó a veinticinco técnicos diferentes.

Evidentemente para Calderón es diferente, es el primero al que despide y es muy probable que su estancia en el palco del Bernabéu sea tan efímera que no tenga tiempo para más, aunque, según demuestra el caso de Gil, esta conducta puede generar adicción. Además de ser el primero, Schuster se lo había buscado, sus declaraciones con respecto al partido que se dispute el próximo sábado en el Nou Camp son inadmisibles para cualquiera que ame al Real Madrid con un mínimo de honestidad. Durante los últimos meses su comportamiento altanero y displicente ha desquiciado a todos, no solo a los medios, a los que siempre tuvo en su contra, también a los aficionados y, finalmente, a la directiva. Por lo tanto, estamos ante una destitución plenamente justificada desde casi todos los puntos de vista, incluyendo el deportivo. La situación que atraviesa el equipo antes de enfrentarse al eterno rival presenta todos los síntomas de una grave crisis de la que no puede exculparse al germano.

La pregunta es, ¿tiene toda la culpa Schuster de esta situación? Conviene recordar que Calderón obtuvo su polémica elección tras prometer a Robben, Kaká y a Cesc. Únicamente consiguió traer al primero, con un año de retraso y al cual, para más inri, todavía no hemos tenido ocasión de disfrutar más de diez partidos seguidos, buenos o malos. Durante este verano presenciamos el culebrón Cristiano Ronaldo, tras múltiples dimes y diretes, el asunto se saldó con la marcha del que, probablemente, fue el jugador más desequilibrante del equipo durante las dos últimas campañas, en las que se lograron sendos títulos, Robinho. La plantilla confeccionada por la directiva, responsabilidad última de Calerón era, por lo tanto, inferior a la de los años anteriores, situación que el propio Schuster denunció durante la concentración en Irding. ¿Realmente el Madrid tiene un equipo capaz de enfrentarse a los mejores? ¿Realmente este Madrid se parece en algo al que prometió Calderón, al que le prometió al propio Schuster?

La llegada de Juande Ramos llenará las portadas e inyectará un halo de esperanza en la hinchada. Cuando se diluya el efecto de la novedad, si los resultados no acompañan, Calderón tendrá que buscar otro revulsivo. De momento, en un acto de inconmensurable cobardía hipócrita, se achaca toda la responsabilidad de la contratación del castellano a Mijatovic, como si no supiera todo el mundo quién es el que de verdad tiene la última palabra. ¿Será el montenegrino el próximo?

lunes, 8 de diciembre de 2008

Nueve puntos

Si se analiza objetivamente el encuentro frente al Sevilla, abstrayéndonos de la situación que arrastra el conjunto blanco, marcada por una ostensible crisis institucional y deportiva, el aficionado podría encontrar consuelo en el hecho incuestionable de que el árbitro dejó de sancionar un penalty de Palop sobre Higuaín que hubiera supuesto la consagración de la remontada para expulsar incomprensiblemente a Robben, el mejor hombre del partido y la única buena noticia de la noche. No obstante, el fútbol no es solo fútbol, no lo es porque la reacción de los blancos durante la segunda parte fue un dechado baldío de entrega y coraje sin orden ni juego y porque anteriormente los sufridos seguidores que se concitaban en el Bernabéu habían contemplado abochornados una asamblea en la que se pusieron de manifiesto las turbulencias por las que atraviesa la nave blanca. Una nave comandada por un Calderón que probablemente esté viviendo sus últimos meses en la presidencia y cuya errática política de altas y bajas para esta temporada ha configurado un equipo más bien mediocre castigado además ferozmente por las lesiones e incapaz de hilvanar cuatro pases seguidos en el medio del campo.

Tras un arranque prometedor en el que Robben dispuso de la primera ocasión del encuentro, Navas le ganó la espalda a un desconcertante y desconcertado Marcelo para colgar la pelota sobre el área pequeña. Íker no acertó a despejar y el balón fue a parar a Adriano que lo introdujo en la portería entre las piernas de Ramos y Salgado. La mala actuación de Casillas debería considerarse anecdótica, el meta blanco continúa teniendo crédito, pues un mes malo no puede empañar una trayectoria impecable. Sin embargo, dada la actual situación del club, el hecho de que probablemente el hombre más determinante en los últimos tiempos no pase por su mejor momento resulta significativo. Dudar de Íker es dudar de la única certeza que ha poseído este equipo en los últimos tiempos, si desaparece ese aura milagrera, esa estampa de santo de la que ha disfrutado el mostoleño a lo largo de su carrera quedan pocas cosas a la que agarrarse para seguir confiando en este proyecto, equivale a poner en tela de juicio la santísima trinidad y pretender seguir profesando el catolicismo. De continuar así las cosas, esta crisis puede convertirse, al margen de todo lo demás, en una crisis de valores.

Y es que el otro valor irrenunciable al que se ha asido el madridismo, la épica, también naufragó ayer noche. Fue el central, no conviene olvidar este dato, Sergio Ramos, quien en un ataque de histeria cabalgó hasta las inmediaciones del área sevillista para provocar el golpe franco que originaría las tablas. Guti puso el balón en el área para que Raúl con un remate en plancha tras un desmarque marca de la casa convirtiera el gol. Poco duraría la igualdad, tan solo un minuto después Marcelo se llevaría por delante a Navas, en la única forma solvente que encontró de pararlo. Renato centraría para que Romaric, elevándose por encima de Robben, su inexplicable marcador, y de Cannavaro, tendido polémicamente en el suelo tras una pugna con Escudé, adelantara nuevamente a los suyos.

La ventaja en el marcador propició que el Sevilla se replegara atrás e hiciera valer su superioridad en el centro del campo para frustrar las tímidas acometidas blancas. Ni Van der Vaart, ni Guti, ni Gago fueron capaces de orquestar las acciones de ataque y cuando la primera parte se acercaba a su final con un incómodo pero asequible 1-2 en el marcador, Kanouté aprovecharía un nuevo error de la zaga merengue para, tras un rechace, aumentar la diferencia.

En la segunda mitad Schuster decidió dar entrada a Drenthe sustituyendo a un impreciso pero voluntarioso van der Vaart. Es decir, el Madrid decidió renunciar definitivamente al juego y encomendarse con una pasión camicace a la victoria por la vía del empujón, y no le fue del todo mal. Primero sería Higuaín quien tras hacerse con el balón en el centro del campo consiguió llegar hasta la frontal del área para batir con un disparo cruzado y potente a Palop. Gago, tras una asistencia de Guti, fruto de una falta, restablecería el empate. La defensa de los nervionenses se veía desbordada una y otra vez por Drenthe y Robben que penetraban con suma facilidad por ambos flancos, las líneas adelantadas del Madrid taponaban los ataques rivales y el asedio llegó a hacerse asfixiante. La hinchada, que durante el descanso arremetió contra la presidencia, descargaba su animosidad casi homicida contra el equipo visitante y todo parecía presagiar una nueva remontada, una nueva y manida exhibición de épica. En esas llegó el lance decisivo del encuentro. Palop agarró a Higuaín cuando éste se disponía a marcar con la puerta vacía tras una accidentada jugada llevada a cabo por Robben, el árbitro decidió seguir el juego y el aparatoso remate del Pipita desde el suelo se estrelló contra el travesaño. Entonces Robben protestó indignado ante González Vázquez, éste castigó al holandés con la segunda amonestación, lo que le hará perderse el partido frente al Barcelona.

Este envite, que hubiera supuesto la expulsión de Palop y el penalty que daría la ventaja a los locales y que se saldó con un desenlace tan inicuo como imprevisto marcó definitivamente el devenir del choque. El denodado esfuerzo de los de Schuster pasó factura y el cansancio se confundió con la falta de ilusión. Renato, otra vez por alto, otra vez por la banda de Marcelo, otra vez a pase de Navas, finiquitaría el duelo dando los tres puntos a su equipo.

Nueve punto de diferencia frente al excelso Barcelona que destroza a todos y cada uno de los rivales que encuentra a su paso con una voracidad que recuerda sus mejores épocas. Nueve puntos para afrontar el derby en el Nou Camp sin Robben, sin moral y sin valores. Sin un santo al que aferrarse y sin la certidumbre en el corazón. Nueve puntos con más de nueve lesionados y con un presidente en la picota.

domingo, 16 de noviembre de 2008

"Se veía venir" (la crisis)

Tras la imagen mostrada por el Real Madrid en los últimos partidos; empate a nada en Almería, las dos derrotas frente a la Juventus, el ataque de épica sin fútbol frente al Málaga, la eliminación de copa a manos del Irún y el desastre de ayer noche frente al Valladolid; muchos son los que han diagnosticado el estado de "crisis" al equipo merengue y los más apuntan a la destitución de Bernardo Schuster como la única terapia posible. Antes de entrar a discutir si esta es la solución más adecuada, quizá sería conveniente tratar de analizar objetivamente las posibles causas de la situación que atraviesa el conjunto blanco.

En primer lugar sería conveniente preguntarse si verdaderamente los de Concha Espina están inmersos en una crisis. Su eliminación en rondas tempranas de la copa es una constante en los últimos años, esta ni siquiera es la más espectacular, pues todo buen aficionado recuerda situaciones más bochornosas como la derrota frente al Toledo en el año 2000 o el 6-1 del Zaragoza en la temporada 2005-2006, desde la que, además, no superan los octavos de final. Es consabido que los jugadores de la primera plantilla no se sienten motivados para afrontar este tipo de compromisos, ni siquiera los suplentes quieren ver en estos choques una situación para reivindicarse y para los rivales suele ser el evento más destacado de toda la temporada. Es evidente que esto puede sentar mal al aficionado, pero se trata de una realidad incuestionable. Ante un calendario sobrecargado la Copa del Rey ha perdido en los últimos tiempos el aire de grandeza que la caracterizaba y se ha convertido en uno de esos títulos los cuales si ganas pareciera que has conseguido una hazaña, pero que si pierdes no pasa absolutamente nada. Por tanto, no se pueden sacar conclusiones deportivas de esta eliminatoria, pero sí anímicas. No es el qué sino el cómo se ha producido y en el momento en que se ha dado lo que ha actuado como detonante, son las sensaciones lo que se ha dañado, la ilusión.

En Champions, tras haber conseguido una agónica y furiosa victoria en Zénit, las cosas parecían marchar bien, desde la prensa se cacareaba que la Juventus era un equipo decadente y anciano, que vivía de su leyenda y que carecía de argumentos futbolísticos reales para superar a los madrileños. Nada más lejos de la realidad, en Turín consiguieron imponerse con solvencia 2-0, pese a que los de Schuster dispusieron de innumerables ocasiones en el segundo tiempo para acortar diferencias e incluso lograr el empate, la férrea defensa de los italianos configuró un muro insoslayable. Desde entonces, los bianconeros, en la competición doméstica, no han hecho más que sumar victorias y están a tan solo tres puntos del liderato que ostenta el Ínter de Mourinho, lo que demuestra que no se trataba de un equipo fácil en absoluto. En el Bernabéu se vivió la misma historia y dos goles del eterno del Piero provocaron que se llevasen los tres puntos. Los blancos volvieron a disfrutar de ocasiones claras de gol que no supieron materializar y la sensación global de ambos partidos puede calificarse de intesamente decepcionante. No es que el Madrid exhibiera una imagen pésima, es que los transalpinos pasaron por encima de ellos y eso alimentaba las sospechas de que este equipo no está diseñado para la victoria en su torneo fetiche, la Champions. Torneo en el que la Juventus es solo un escoyo menor, teniendo en cuenta que el horizonte que se dibuja para alzarse con el éxito está jalonado por escuadras como el Manchester o el Chelsea que transmiten auténtico pavor con solo mirar sus alineaciones titulares. El problema no era tanto las dos derrotas, sino la perspectiva de fracaso que se vislumbraba. No obstante, al Madrid le basta con ganar en Minsk a la cenicienta del grupo y no perder en su feudo frente a los rusos para clasificarse a la siguiente ronda.

Lo mismo ocurre en Liga, de haber ganado ayer, el equipo presidido por Ramón Calderón y dirigido deportivamente por Pedja Mijatovic, hubiera firmado su mejor arranque liguero desde la temporada 1991/1992 y, pese a todo, si el Barcelona salda triunfalmente su compromiso frente al Recreativo, únicamente serán cinco puntos los que les separen al término de esta jornada, la undécima de liga aún, no lo olvidemos. Lo que verdaderamente inquieta no son los resultados sino la comparación con el club de la ciudad condal. Mientras ellos exhiben un fútbol preciosista y armónico, exultante de goles y espectáculo, con bríos renovados tras la marcha de Ronaldinho y Deco, salpicado de grandes actuaciones individuales de estrellas consagradas como Messi, Eto´o, Xavi o Alves, los blancos, se arrastran por los campos españoles transmitiendo una extraña mezcolanza de rabiosa apatía, carencia de ideas y fragilidad defensiva que solo es maquillada por una pegada incomprensible personificada en un poco fiable todavía Higuaín pese a que lleva más goles que Hugo Sánchez en la temporada en la que marcó 38, el récord hasta ahora.

Es decir, lo que falla en el equipo no son los resultados sino las sensaciones. Hasta este momento todo lo que ha ocurrido puede enmendarse, es, en cierto modo, irrelevante. Tanto las victorias como los fracasos, ese es el auténtico drama. Esta temporada ha comenzado viciada, las expectativas no se han correspondido en ningún momento con la realidad. De la llegada de Cristiano a la salida de Robinho media un abismo, y es en ese abismo en el que se cuelan todas las esperanzas, por eso, ante la menor dificultad, todo el mundo comenta: "Se veía venir".

Si la autoproclamada "mejor defensa del mundo" hace aguas se dice: "se venía venir", si el considerado por muchos como uno de los mejores mediocampos europeos no carbura, "se veía venir", si Van Nistelrooy se lesiona nada menos que para cuatro meses recayendo de una lesión que se produjo hace casi una década, "se veía venir", si el Barcelona de Guardiola, un entrenador debutante en el que casi nadie confiaba, realiza un fútbol majestuoso y exuberante, "se veía venir". Hasta perder contra un equipo de segunda B se veía venir.

Desde los despachos se debe transmitir la máxima confianza al aficionado y al futbolista, esa confianza que sirve para disfrutar de los triunfos y para llorar con ímpetu los fracasos en lugar con una triste e indolente comprensión. El diseño de la plantilla carece de fundamentos, no solo la marcha de Robinho y la peripecia absurda y denigrante de Cristiano que prologó otras similares en los casos de Cazorla, Capel y, sobre todo, Villa. También las renovaciones de por vida de jugadores como Raúl, Guti y Casillas, la renuncia a contratar a un lateral izquierdo y las dificultades que se están encontrando en las negociaciones contractuales con Ramos están minando al equipo y al aficionado. Ayer vimos a once hombres sin entusiasmo, no solo carecían de rigor táctico, el esquema es el mismo que el año pasado sirvió para conseguir el récord de puntos, carecen de lo que realmente diferencia a los ganadores de los perdedores, la ambición. Es como si todos y cada uno de los jugadores estuvieran gobernados por el desánimo, por la fatalidad. Desde la directiva se ha transmitido al vestuario este sentimiento, un sentimiento de caos y desorden institucional y deportivo que incluso ha llegado a redundar en el descrédito de algunos de los hombres más importantes de la plantilla. La auténtica razón de la marcha de Robinho no fue que se encontrase mal deportivamente sino que desde ningún ámbito supo valorarse su crucial y transcendente aportación al equipo en las dos ligas consecutivas y su ejemplo puede calar -quizá haya calado ya- en otros, transformando el vestuario en un polvorín.

¿Tiene Schuster la culpa? Apostaría a que con Cristiano y Villa nadie hubiera visto venir, es más, ni siquiera hubieran pasado, estos últimos 20 días fatídicos.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Truco o trato

La única conclusión positiva que puede sacar el aficionado madridista de este encuentro es que su equipo es capaz de puntuar en un partido en el que no ha existido en la primera parte y en el que estuvo muerto durante la segunda. No es poca cosa, bastaron la presencia fantasmal de Higuaín y la aparición desde la ultratumba de Raúl para ir mandando durante buena parte de la contienda y que, de no haber sido por la entrada de Crusat, para llevarse este choque con aire de sepelio.

Schuster pareció olvidarse de que el día de difuntos fue ayer y decidió alinear a Gago y a Diarrá juntos en el medio del campo. El argentino se asemejó más a un zombie que al excelente jugador que deslumbró frente a Atlético y Athletic, sus pases eran imprecisos y lentos, como el andar de estos peculiares resucitados, pero, a diferencia de éstos, no parecía sediento de sangre, pues le faltó hasta su garra habitual. En el caso de Diarrá vale decir lo mismo, pese a que estuvo algo más acertado en la faceta defensiva, cada balón que pasaba por sus piernas iba a parar de inmediato a las de cualquier rival que anduviera cerca de allí, sobre todo a Juanito, su tumba mientras se mantuvo en el terreno de juego. Generalmente suele perder tantos balones como recupera, lo cual ya que pensar, pero en el caso de hoy suma exactamente el doble de regalos que de zarpazos. Da aún más que pensar.

Tras treinta y siete minutos de lucha tan aguerrida como insubstancial en la medular llegó el gol del siete blanco. En el único balón que pudo salvar Sneijder, encimado por dos rivales permanentemente y sin noticias de sus compañeros, consiguió conectar con Raúl que trató de abrir a banda para el espíritu de Heinze. Lo hizo tan mal que Higuaín ganó en carrera a Chico y se hizo con el balón, tras un recorte consiguió ponerla de rosca, hacia adentro, rápida y certera. Raúl se lanzó en plancha y adelantó a los blancos tan merecida como inmerecidamente porque el Almería ofreció poco más que faltas y alguna delicatessen de Piatti durante los cuarenta y cinco minutos iniciales. Poco más se puede decir de un periodo en el que no hubo ni córners.




Tras la reanudación, Gonzalo Arconada decidió dar entrada a Crusat, lo cual supuso una auténtica revolución y un suplicio para Segio Ramos que ni siquiera se dignó a marcarlo, dado que prefirió estar en tierra de nadie, restando tanto en ataque como en defensa. Pronto avisaría el mediocampista catalán con una excelente combinación con Pialat que éste no acertó a rematar por un excesivo afán de lucimiento al querer hacerlo con el tacón y que, no obstante, sería el preludio del tanto del empate de los locales.

Antes de esta ocasión marrada, Pepe tuvo que ser sustituido por Metzelder, el cual volvió a deleitarnos con un recital de su ineptitud. Cuando apenas llevaba diez minutos sobre el campo demostró al mundo entero que se ha perdido un gran jugador de básket para perjuicio del fútbol. Un balón aparentemente fácil de controlar se envenenó entre su enorme cuerpo y fue a parar a sus manos en lo que fue un claro e involuntario penalty que el árbitro no señaló. Acto seguido un despeje de cabeza fue directamente a parar a las botas de Crusat que disparó alto y, por si fuera poco, pese a su gigantesca estampa, permitió que Soriano rematara con la testa un centro de Julio Álvarez solo ante Casillas.

El Almería atacaba y el Madrid no impresionaba a la contra, la ausencia de circulación en el centro del campo no fue subsanada por Guti, tan sombrío como el resto y con menos empuje que Sneijder, el relegado. Van der Vaart tampoco pudo aportar nada al juego del conjunto blanco, pues no le llegó ni un solo balón en el tramo final del encuentro digno de ser utilizado con el criterio y talento que presume. El desenlace se antojaba inevitable, los rojiblancos habían de empatar y lo harían merecidamente. Pialat no falló en esta ocasión y fusiló el arco de Casillas tras un centro de Crusat desde el lugar en el que debía estar presente el de Camas que quizá estaba pensando en su renovación multimillonaria y en lo que le va a decir al periódico la semana próxima...



Un partido infumable, bronco, áspero, mortecino incluso. Un tenebroso desfile de espectros blancos cuya crónica debería intitularse como si fuera una esquela. Una noche que no pasará a la historia y que más bien parecía la de Halloween y que finalmente se saldó un trato, pese a que apunto estuvo de llevarse arteramente los tres puntos el conjunto de Chamartín con un truco del Pipa.

lunes, 27 de octubre de 2008

Hablemos de fútbol

A juzgar por las portadas de los diarios deportivos uno no sabe si la octava jornada de liga se ha disputado sobre el césped o en el plenario de sesiones del congreso de los diputados. Los protagonistas son los jugadores que no han participado en sus encuentros, las palabras de los directivos y las actuaciones de los árbitros, con los oscuros tejemanejes de la Federación como telón de fondo.

Nadie parece haberse enterado de que el Madrid ha ganado y de que lo más relevante de ese partido fue la resurrección de Sneijder, el poderío exhibido por Gago en el centro del campo y una nueva prueba de que los indicios que apuntan a que Higuaín puede convertirse en una solución de futuro para la delantera merengue son cada vez más fehacientes. Tampoco parece interesar a los cronistas, redactores y editorialistas varios que el Atlético, fiel a su estigma romántico y maldito, empató a 4 en un vibrante partido que sirve para avisar al Villarreal de que conjugar Champions y Liga es una asignatura más que ardua, o que un gran Eto´o, escoltado por un soberbio Iniesta y un estelar Messi, consiguió marcar tres los cinco goles de su equipo y colocarse a un suspiro del pichichi, ostentado por Villa, el cual mantiene al Valencia en la cabeza de la clasificación firmando el mejor inicio de su historia con los mismos jugadores que Koeman no supo utilizar y que Emery ha redimido y revivido.

Dejemos los contubernios, los acendrados análisis psicológicos y la hermenéutica para quiénes no saben disfrutar de este hermoso deporte y hablemos de fútbol, de lo que pasa dentro del terreno de juego, el único espacio en el que tiene sentido.

martes, 21 de octubre de 2008

De vieja señora a mujer fatal

No sé si alguien había considerado seriamente la posibilidad de que la Juventus de Turín, esto es, 27 scudettos, 2 champions, cientos de millones de aficionados en todo el mundo, Nedved, del Piero y Amauri - y un tal Sissoko -, era un rival fácil para el Real Madrid. Cierto es que llegaba lastrado por bajas muy sensibles como las de Buffon y Trezeget, cierto es que había arrancado mal en la serie A, cierto que no atraviesa el mejor momento de su historia, pero es cierto, también, que no se trata de eso sino de la Historia. La Historia dice que los blancos llevan casi medio siglo sin ganar en esa ciudad y que estamos hablando del mejor club del país en el que peor y más efectivo fútbol se practica del planeta fútbol. No trato con esto de exculpar la actuación merengue, del todo lamentable, comenzando por la prepotencia reflejada en los primeros minutos de desconcentración, intolerable frente a cualquier equipo, más frente a éste, y terminando por el horrible y, también, arrogante, planteamiento de Schuster. Lo que quiero decir es que la Historia dice que si un equipo marca en los primeros minutos de la primera parte y en los primeros minutos de la segunda, tiene un 90% de posibilidades de ganar y que en asegurar probabilidades ellos son los más consolidados expertos. Contra conjuntos como éste no caben heroísmo ni épicas que valgan, no se puede dar un paso en falso ni reservar jugadores. A igualdad de leyendas, quien sale a ganar con más fe es quien finalmente se alza con la victoria.

El Madrid salió al Comunale y descubrió pronto que ese lugar no era la tierra prometida, no era Delle Alpi, pero tampoco un estadio cualquiera. No era uno de esos sitios en los que puedes recrearte mirando el paisaje, más bien se asemejaba a un campo minado. Nada más comenzar el encuentro, minuto cinco, Amauri coló entre las infinitas piernas de Pepe un balón que se quedó muerto en la frontal del área. Del Piero no es de los delanteros que avisan, sin necesidad siquiera de controlar, tal y como le venía, la puso en la escuadra derecha. Íker estaba levemente adelantado y cualquier esfuerzo por estirarse hubiera resultado estéril.

Los transalpinos tenían el partido donde querían, con un gol de ventaja podían replegarse cómodamente atrás y contemplar como los atacantes y el único mediocampista, Gago, se enredaban en la madeja tejida por Rainieri y zurcida por Sissoko que estuvo inmenso, omnipresente. Todos los balones que en la primera parte del encuentro pasaban por su círculo de influencia, esto es, apróximadamente, un área de veinte metros en el centro del campo, eran absorbidos por él como si el esférico, inexorablemente, gravitara en torno a su figura. Su despliegue físico y táctico fue encomiable. Gago, siempre, van der Vaart y Sneijder, cuando se aburrían y bajaban, se estrellaban constantemente contra él y, si no lo hacían, las ayudas de Nedved, Ergotalli y Marchioni tornaban infructuosas sus ideas. Si algún balón, casualmente, llegaba hasta los pies de Van Nistelrooy, incomprensiblemente escorado a la izquierda, o de Higuaín, Chiellini constituía el segundo agujero negro que engullía todo el fútbol que circulaba por sus dominios. Solo van der Vaart, con tres disparos lejanos y Ramos, en un control fallido, consiguieron inquietar, al menos la imaginación, de Manninger, prácticamente inédito en todo el primer acto.


En el segundo periodo se anunciaban nuevos bríos, se anunciaban porque Robben calentaba en la banda mientras Nedved se marchaba de Sergio Ramos, cuya actuación en el último mes de competición es digna de un análisis pormenorizado y no precisamente positivo, para centrar. Amauri, con la crucial colaboración del otro lateral, Heinze, especialmente desacertado tanto en ataque como en defensa, alojaba el balón en la portería ante la incrédula mirada de Casillas. Antes de eso, en el origen de la jugada, un suicida pase de Pepe a van der Vaart fue intervenido por el checo.

Tras el gol, Schuster decidió realizar por fin el cambio, un difuso Higuaín fue sustituido por Robben. Mientras el extremo holandés ocupo su posición natural, la banda izquierda, el combinado de Chamartín realizó su mejor fútbol. Un remate desde fuera del área de Sneijder se marchaba al poste haciendo brillar la luz de la esperanza. Poco después, Heinze, completamente solo en el carril izquierdo, es de suponer que la defensa juventina no consideró oportuno cubrirlo, en el enésimo balón que colgaba, consiguió conectar con Van Nistelrooy para acortar la diferencia. Huelga decir que fue el único centro digno de ese nombre que realizó el veterano jugador argentino.

Después vinieron las prisas, los ataques tumultuosos, en manadas desordenadas y caóticas, comandadas, ora por Sergio Ramos, ora por Pepe, en la más absoluta laguna de criterio. También hubo contraataques en los que los bianconeros pudieron sentenciar, pero ninguna ocasión clara para uno u otro bando. No es Turín el escenario predilecto para las grandes remontadas, ni la Juventus el equipo soñado. No obstante, quiero entender que fue la soberbia lo que cegó a los blancos y no su incapacidad para afrontar partidos de esta calaña, los únicos decisivos en esta competición.

lunes, 20 de octubre de 2008

La vieja señora


La Juventus es un equipo de contradicciones, su nombre significa juventud en latín, pero su apelativo es la Vechia Signora. Es el club con mayor historia y títulos de Italia, pero unos recién ascendidos a la serie A tras el Moggi-gate. Siempre se han caracterizado por su juego férreo en defensa y contundente en ataque, pero este año su zaga se muestra extremadamente frágil y la ausencia de Trezeget les hace adolecer de una notable falta de pegada.

En el estado Olímpico de Turín, el mítico y oscuro para los blancos Delle Alpi está sufriendo una remodelación, se congregan un león en celo y una pantera herida. El Real Madrid afronta el encuentro después de puntuar -solo un empate- en siete de los ocho últimos partidos, los transalpinos llegan al choque habiendo sumado únicamente dos puntos en los cuatro encuentros precedentes en la batalla por el scudetto. Pero se trata de una pantera y arrastra consigo la leyenda de su fiereza, aunque esté herida, se defenderá y esperará agazapada su oportunidad para asestar la dentellada definitiva.

Una de sus garras es del Piero, el viejo capitán de la bianconera, qué decir de él. Su talento, su movilidad, su precisión a balón parado, su pasado. Como sucede con Raúl, la presencia de lo de lo que ha sido nos hace apreciar de un modo distorsionado lo que es. Ha perdido físico, chispa, cierto, tampoco nunca fue ese su fuerte, sigue conservando su enorme calidad, además, saldrá motivado, dispuesto a reivindicarse, ama su escudo y por eso no se marchó de Turín cuando descendieron, como tampoco lo hizo Nedved, todo un balón de oro que, como Talentino, ya le ha marcado más de un gol al Madrid en noches europeas. Sin duda son las grandes amenazas, las de siempre, junto con Amauri, sus incisivos. El delantero brasileño, tras una errática carrera, parece haber encontrado en el equipo de un cuestionado Rainieri el sitio entre los elegidos que le corresponde por su clase. Se trata de un hábil y potente ariete de gran envergadura que ha logrado cuatro de los seis goles de los italianos en el campeonato, va bien por arriba y sus arrancadas son letales. Por lo demás, al margen de su pésimo inicio, cuentan con numerosas bajas, hasta ocho, entre las que se cuentan las de Buffon y la ya mencionada de Trezeget, dos hombres claves. Con todo, conviene reiterarlo, no será un partido fácil en absoluto.

sábado, 18 de octubre de 2008

Así gana el Madrid

El derby de esta noche se ajustó plenamente a todas las expectativas. Un partido disputado, donde ambos conjuntos salieron decididamente a ganar, plagado de oportunidades para ambos bandos, espectacular en algunas de las actuaciones de las grandes estrellas que se concitaban. Y con victoria del Real Madrid. Resulta supérfluo hablar de la maldicición que persigue al conjunto colchonero cuando se enfrenta a su vecino, en esta ocasión, los hinchas de la ribera del manzanares ni siquiera pueden esgrimir la manida coartada del arbitraje, pues el penalty que decidió la contienda fue justo y, además, tanto la expulsión de Van Nistelrooy como los dos goles anulados a los blancos fueron rigurosos, por no decir injustos. No así la sanción de la agresión de Perea a Sneijder.

Sin tiempo para que en las gradas del Calderón muchos de los aficionados que, ilusionados, se amontonaban, tomasen asiento, Van Nistelrooy adelantó a los merengues con un disparo desde fuera del área ajustado al palo que debería cubrir el portero. A favor de Leo Franco se puede alegar que el delantero holandés lo despistó con la mirada. En su contra, que el gol es marca de la casa, hace poco de menos de un mes consiguió otro muy similar frente al Rácing.



Sabíamos, antes del tanto, que los de Aguirre habían presentado un esquema extraño, un nuevo invento de la ingeniería futbolística, el tetravote. Cuatro centrocampistas con idénticas competencias componiendo una muchedumbre de cuerpos e ideas que se embrollaban entre sí, lejos de aportar claridad al juego. Aguirre parece ser un entrenador desmesurado, o sin volantes o con todos juntos. La virtud está en el justo medio, decía un sabio de la antigua Grecia.

Así las cosas, con un gol a favor y con el Atlético apelmazado en la medular, el Madrid tomó las riendas del choque. Primero fue Sneijder, con un potente y sinuoso chut desde fuera del área que Leo Franco despejaría al larguero, después el propio Van Nistelrooy con un gol a la salida y reentrada de un córner que debió subir al marcador. Solo Agúero, demasiado escorado a la banda todo el choque, conseguiría inquietar la meta madridista con una jugada personal que reflejaba perfectamente la nula capacidad de peligro de los rojiblancos. Entre una maraña de piernas ajenas, debido a la ausencia de ayudas por los costados en el ataque, consiguió sacarse un disparo que se iría rozando la cepa del poste. Producto de su exceso de genialidad, no del exceso de elaboración.

Antes de la expulsión de Perea por un manotazo a Sneijder que propició que sangrara más de diez minutos, Raúl marcaría el tercer gol virtual del Madrid. El 7 estaba en línea con Heitinga y, tras recibir un balón de Higuaín, se marchó de Leo Franco para poner la sentencia. No solo no subió el gol al marcador, sino que, tan solo nueve minutos después de la expulsión del lateral colombiano, Van Nistelrooy recibió una tarjeta roja directa por una entrada absurda y a destiempo, sí, sobre Maniche, pero en ningún caso merecedora de tamaño castigo.

El segundo período comenzó con otros bríos, la entrada de Simao y la profundidad de Antonio López por la derecha ponían en jaque una y otra vez a la defensa madridista. El Atlético, pese a que llegaba con soltura hasta la frontal, no se atrevía a soslayar el área, dos disparos de Maniche y otros tantos de Forlán se marcharon a la grada. No obstante, tenían motivos para ello, cuando lo hacían, se estrellaban contra un imponente Pepe. Es por eso que la ocasión más clara antes del gol vino provocada por un error del poli malo de la pareja de zagueros, Cannavaro. El Kun le ganó el velocidad y se marchó como una centella hasta Íker, una vez allí, y como suele ser norma habitual, el mostoleño agrandó su figura hasta el extremo de que la portería, comparada con ella, parecía la de un futbolín.

El Atlético apretaba, Banega y Maniche tomaron el control y Paulo Assunçao cubría eficientemente la ineficiencia de Ufalujsi, esta vez motivada por una lesión muscular que provocó su sustitución por Luis García. Sin excesiva lucidez, pero con verticalidad, el empate se barrutaba y se merecía. Sin embargo, solo después de que Higuaín fallara solo en el área pequeña contra Leo Franco y de que de la Red no acertara a convertir el rechace, pudo lograr las tablas. El fútbol tiene estas cosas, si el Pipita había podido finiquitar el derby en favor de los blancos, un error suyo en la barrera, apenas un minuto después, permitía a Simao colocar el balón en las mayas. Era el último minuto del partido y todo parecía presagiar un 1-1 que dejaba descontento a todos, especialmente a los de Chamartín, que habían hecho méritos más que suficientes en el primer tiempo para solventar.











Drenthe es un fichaje curioso, llegado al Real Madrid con la vitola del mejor jugador joven europeo, no ha dado, hasta el momento, más que contadas muestras de su talento, muchas menos que de su impericia. Cuando está en el terreno de juego uno espera, sobre todo, lo peor. Esta vez no fue así, bien es cierto que contó con la ayuda de su compatriota, Heitinga. En los estertores del duelo recordó a Robinho montado en su cana bicicleta, cuando se marchaba dentro del área hacia la portería, el central holandés le zancadilleó y Clos Gómez redimió en parte su pésima actuación concediendo un penalty justo. Higuaín decidió, igualmente, resarcirse y fulminó la red del cancerbero indio, rubricando la victoria viquinga.



Lo dicho, todo ocurrió tal y como lo imaginábamos, pero de un modo imprevisible. Esto es lo que tienen los grandes partidos de fútbol, en muchas ocasiones conocemos el desenlace, pero la manera de producirse es tan sorprendente que incluso los aficionados colchoneros deben seguir soñando con doblegar en su feudo a su eterno rival.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Los ángeles rojos (con vídeos de los goles)

España ha tomado la excelencia por su oficio, la belleza en el juego como su seña de identidad. No sabe ganar de otro modo mas que ejerciendo lo sublime, no pueden ganar de otro modo más que rozando la divinidad. En el partido de esta noche tomaban parte el cielo y el infierno, los apodados diablos rojos, frente al coro de ángeles que componen el mediocentro de la selección. Un imprevisible serafín en el ala izquierda llamado Iniesta, un abnegado querubín cubriendo las espaldas, Senna, y a dos dioses componiendo nuestra particular música celestial, Xavi y Cesc, para que nuestros profanos oídos se deleiten y los demonios sean exorcizados.

Todo apuntaba desde el inicio a que esta vez el mal se impondría, en el minuto seis, Sonk adelantó a los belgas tras una jugada de estrategia. El balón se paseo por la frontal del área y llegó a los pies de Kompanys, un central de garantías que no destaca precisamente por su desborde, pero que fue capaz de superar a Sergio Ramos, un lateral de garantías que debería destacar precisamente por ser irrebasable. Tras deshacerse del de Camas centró al área chica, presunto patrimonio de Íker, para que Sonk rematara a placer.



No solo eso, además, en el minuto 15 y en pleno acoso de los de la vieja Flandes, Torres tuvo que ser sustituido tras sufrir una lesión que muy probablemente le hará perderse el partido frente al Atlético. Los hinchas rojiblancos no podrán disfrutar ni del Calderón ni de su Niño, no es de extrañar que el club de la ribera del manzanares merezca el sobrenombre de "el pupas". En su lugar, en una decisión que analizada a posteriori resulta completamente acertada, pero que en el momento no lo era tanto, del Bosque decidió poner a Cesc.

Tras el desasosiego inicial que sobrevino al gol y en el que los hijos de satán pudieron ampliar su ventaja a través de Wistell, España logró imponer su dominio. Un dominio ceremonioso, solemne, que en ocasiones parecía eterno y en otras intrascendente. España tocaba y tocaba, Xavi había adelantado su posición y ahora era Cesc quien realizaba las tareas más importantes en la salida del esférico. Eran solo los acordes inciales, los que preceden al momento cumbre. Una presión de Senna sobre Fellaini cuando intentaba sacar la pelota provocó que éste cediera mal a la defensa, Cesc no solo se aprovechó de este error sino que esperó el momento justo para dársela a Iniesta, el albacetense hizo el resto. Primero un amague sobre el central, de esos de los que se puede decir que un movimiento vale más que mil toques, y después con un recorte a lo Butagreño que le permitió disponer de la puerta vacía para alojar el balón en las mayas. Glorioso.



Aún pudo ser más severo el castigo en la primera mitad, un pase en profundidad de Sergio Ramos, que se redimió a lo largo del encuentro, fue cazado por Villa, el cual no acertó a vencer al portero por pura misericordia.

En la segunda mitad, Van der Boort amenazaba con desbaratar la armonía prestablecida por la que avanzaba el choque, sus internadas por la banda izquierda eran temibles. Puyol, en el minuto 52, tuvo que expulsar de la línea de gol una vaselina suya tras una magistral pared con Wistell. Posteriormente sería el árbitro quien anularía la jugada cuando el lateral se encontraba mano a mano con Íker.

Fellaini, tras un saque desde la esquina, tuvo la última ocasión de los belgas, acto seguido, del Bosque decidió susutituir a un desaparecido y discordante Cazorla por Xavi Alonso y dar así, aún si cabe, más consistencia a la medular. Otro fino intérprete aparecía en el recital y el partido volvió a entrar en ese particular estado de letargo místico que solo es capaz, en estos momentos, de lograr la selección patria. No llegaban las ocasiones, pero se tenía fe en el peligro, a medida que avanzaba el cronómetro las combinaciones entre los ángeles rojos se iban haciendo más claras.

En el minuto ochenta y cinco, cuando la hegemonía de los nuestros era más que abrumadora, Güiza sustityó a Iniesta. Sería el propio jerezano, recién ascendido y en estado de gracia con la roja, no tanto con el Fenerbache, quien, desde la banda izquierda centraría para que Villa -o Abadón-, por detrás de un compasivo Vermaelen, nos llevara hasta el edén.



Justa y necesaria victoria de los nuestros y del fútbol, y del cielo. Somos aspirantes a todo. A Todo.

martes, 14 de octubre de 2008

¿Somos racistas los españoles?

Llama la atención que en la misma semana se produzcan dos escándalos relacionados no ya con el fútbol español como tal, sino con sus instituciones. Por un lado, la Federación inglesa se niega a disputar un partido amistoso contra España en el Santiago Bernabéu, por el otro, el Atlético de Madrid ha sido sancionado con dos partidos de suspensión del Vicente Calderón. En ambos casos, uno de los argumentos alegados es el del supuesto racismo imperante en la sociedad española que se proyecta en los feudos deportivos, especialmente en los madrileños.

¿Realmente el nivel de racismo de la sociedad madrileña impide que se disputen encuentros futbolísticos entre selecciones en el Santiago Bernabéu? De ser así, quizá deberían suspender para siempre a ambos conjuntos y eliminarlos del panorama deportivo, no solo internacional, ya puestos, deberían expulsarlos también de la competición española. Si, verdaderamente, todos los aficionados, los directivos, y hasta los ciudadanos de la capital española son unos seres desalmados, indeseables, xenófobos y forofos, incapaces de mantener un mínimo grado de civismo en sus demostraciones colectivas, puede que incluso ni siquiera estemos a la altura de pertenecer a ese honorable continente llamado Europa, acompañando a los intachables franceses, donde el tercer polítco más votado, Jean Marie Le Pen, se declara abiertamente en contra de que jugadores de etnia africana participen con la selección nacional, y mucho menos al lado de los ímprobos ingleses, miembros de una nación en la cual, obviando su pasado colonial, los primeros actos de racismo en fútbol se registran en el siglo XIX y prosiguen en la actualidad.

Sinceramente, creo que los racistas son ellos. Pensar que cuatro idiotas representan al conjunto de la masa social de un territorio y una afición como la madrileña y extenderlo a toda España, representado, en este caso, en el Santiago Bernabéu o en el Calderón, constituye prejuiciar a toda una sociedad, considerar que toda ella aparece reflejada en algunos de sus miembros, exactamente el mismo tipo de actitud de quienes por ver delinquir a un hombre de raza negra, la tildan a toda ella de criminal.

lunes, 6 de octubre de 2008

Solo el fútbol no basta

El Madrid, durante los últimos tiempos, parece recorrer la delgada línea que separa la mediocridad de la excelencia, ha hecho de lo épico una costumbre, del heroismo una necesidad. Cuando no se siente apurado, conmovido por la adversidad, su juego es soso y plano, y las decisiones que toma Schuster, erradas y contraproducentes. Frente al Espanyol pudimos ver como el conjunto blanco se tambaleaba de un lado a otro de la frontera. En la primera parte, sumiso pero correoso, fustigado por el empuje contrario, reaccionando a cada latigazo espanyolista súbitamente, a través del incombustible Raúl. En el segundo periodo, llevando la iniciativa del juego frente a un rival bien ordenado atrás fue incapaz de traducir en goles su aburrido dominio.

El Madrid presentó la misma alineación que salvó de milagro la victoria frene al Zénit, excepción hecha de Robben, el único extremo puro de la plantilla. En su lugar Schuster decidió poner a Raúl, el descanso frente a los rusos le vino bien, además de por ser el más fresco del once madridista porque saltó al campo dispuesto a reinvindicarse. No obstante, la primera ocasión clara la tuvo el inconstante Higuaín, un cañonazo desde dentro área al que solo le faltó para entrar algo más de sangre fría por parte del delantero para calibrar el punto de mira. Si Higuaín quiere ser realmente una alternativa para los próximos años en el ataque madridista ha de ser mucho más solvente, parece haber regresado a ese estado de fatal y pusilánime impotencia de cara a la portería contraria que le caracterizó en sus inicios.

La defensa merengue estaba muy adelantada, de la Red y Van der Vaart no conseguían hacer circular el esférico en el medio del campo y la ausencia de juego por las bandas convertía los ataques en previsibles. Por su parte, los blanquiazules, a través de de la Peña y Román, avisaban con pases en profundidad para Luis García y Tamudo que se perdían en fuera de juego, hasta que un despiste de Heinze en el achique le obligó a cometer un penalty sobre el 23 que él mismo transformó. El segundo gol, obra de Luis García, también nació y se desarrolló por la banda izquierda, Heinze fue un coladero y un embudo, no aportó nada en ataque, si acaso desconcierto. Ante la inexistencia de juego por los costados quizá no hubiera sido mala la inclusión de Marcelo en el once inicial, para cometer errores de marca y de colocación también hubiera servido el joven carrilero brasileño, además aporta inifintamente más talento arriba que el ex del Manchester.

Entre ambos goles espanyolistas Raúl marcó de cabeza a pase de Sergio Ramos, en la única jugada de todo el partido en la que hubo desborde y profundidad. El fútbol es muy sencillo cuando se aplican conceptos elementales, si eres capaz de superar a un contrario y de llegar con superioridad para centrar, es muy probable que halles el gol. De la Red se marchó de su marcador, en lo único rescatable de su partido, y sirvió a Ramos para que se la pusiera en la cabeza a Raúl que remató con inteligencia e impiedad. En el tiempo añadido volvió a aparecer para poner el empate. El capitán recogió un balón que solo la fuerza de Van der Vaart había llevado hasta allí y escondió la pelota entre sus pies, los centrales espanyolistas trataban de adivinar dónde se encontraba y cuando quisieron darse cuenta el 7 se había sacado un disparo inapelable que puso las tablas.

Tras la reanudación Schuster cometió un doble error de cálculo, en primer lugar sacrificó a Van der Vaart para dar entrada a Robben desbaratando el medio del campo, de por sí ineficaz. Además, el holandés de cristal se lesionó cuando apenas llevaba un quince minutos sobre el terreno de juego para quince días. Fue sustituido por Drenthe, del cual es mejor no comentar nada por respeto al fútbol. Si bien es cierto que durante su estancia en el césped de Chamartín el Madrid buscó insistenemente el gol y pudo marcar, no lo es menos que su precipitada salida desconcertó al equipo blanco, el cual ya había renunciado al juego para proponer en su lugar la pegada, unida al coraje de Raúl, que se multiplicó para oxigenar al equipo en la medular. Tampoco ayudó la entrada de Sneijder, no era el mejor escenario para su reincorporación al equipo tras la lesión, se le notó falto de ritmo. Aún así, pudo decantar el choque con un disparo marca de la casa desde fuera del área que Kameni blocó en dos tiempos y con un chut de falta que Moisés repelió con la mano en un penalty que Pérez Burrull no quiso sancionar.



El partido languideció en la recta final, el Madrid no gozó de la suerte, o no tuvo el talento y la fuerza necesarias, para llevarse los tres puntos en los últimos minutos como hiciera frente al Betis la semana anterior. Y así terminó la historia de un partido que solo será recordado por la ya tediosa y monótona nueva resurrección del sempiterno capitán.

sábado, 4 de octubre de 2008

Papá, ¿por qué somos del Atleti?

Esperábamos un partido bronco, disputado, con alternativas para ambos equipos. Con emoción, con una lucha feroz en el medio del campo, a un Atleti replegado, haciendo daño a la contra. Queríamos un duelo entre el Kun y Messi, por ver quién es el mejor jugador del mundo en la actualidad. Sospechábamos que el Atlético de Madrid era un candidato al título y que presentaría batalla frente a un irregular, en el comienzo de la temporada, Barcelona. Soñábamos con uno de esos duelos en las alturas, donde cada gol es fiduciario del talento, presa del esfuerzo, el tesón y, quizá la buena suerte, del conjunto que lo consigue. Pensábamos que Ufalujsi y Heitinga son los dos centrales que necesitaban los pupilos de Aguirre para dar el salto a otra liga, a esa que se libra en choques como éste. Deseábamos goles, y los hubo, sí, nada menos que siete, pero no fueron la consecuencia de la virtud, sino del propósito de unos y del depropósito de los otros.

El Atlético, como la bolsa, históricamente se ha caracterizado por defraudar las expectativas que pesan sobre él y ocasiones como ésta afianzan el mito. El mito del pupas, del "papá, ¿por qué somos del Atleti?", del quiero y no puedo, del puedo y no sé, del sé y no llego. El Barcelona no tuvo tiempo de exihibir su manejo en el medio del campo, de acosar la potertería rival, ni siquiera de marrar oportunidades. En el minuto tres hicieron la jugada de estrategia que llevan haciendo durante los tres últimos años; Márquez se adelanta y, desde el primer palo, remata de cabeza tras un balón templado sacado de una falta lateral. Es seguro que Aguirre previno a sus hombres de esta tesitura, de que la ensayaron en todos los entrenamientos, por eso es aún más injustificable ese ataque de amnesia táctica y técnica que les sobrevino de repente a todos los zagueros atléticos. ¡Márquez remata completamente solo! Se puede alegar desconcentración, eran los primeros minutos, pero el hecho es que el azteca, durante el resto del encuentro, volvió a hacerlo en dos ocasiones más.

Dos minutos después Ufalujsi cometió su primer y no único error de la noche. Messi controla de espaldas a la portería y trata de driblar al defensa checo, éste no llega a alcanzar la pelota y comete un absurdo penalty en la frontal del área que convertiría Eto´o. El reciente fichaje del club rojiblanco atemoriza mucho más por su aspecto que por sus actuaciones. Su melena, su rostro serio, sus hechuras viquingas, presagian un central infranqueable además de fornido. Sus acciones confirman que las apariencias,
frecuentemente, engañan.

El 3-0 no se hizo esperar, un error de Coupet a la hora de ordenar la barrera, si es que la pidió, provocó que Messi pudiese marcar a portería vacía. Es cierto que el Barcelona jugó un buen partido, pero esta jugada resume exactamente el estado de la defensa atlética durante el choque. El ex internacional francés, por cosas como estas perdió el puesto en la selección, estaba abrazado al poste mientras los miembros de la barrera discutían entre sí. Messi demostró que además de un crack, es pícaro, astuto y tiene puestos los cinco sentidos en el partido, aunque visto el resultado final esta jugada se antoja anecdótica.

Los colchoneros, por medio de Maxi, en la única ocasión clara de la que dispusieron cuando todavía marcar goles servía para algo dedició anotarse pronto el gol de la honra. Un disparo lejano del volante argentino que Valdés no acertó a atajar porque estaba mal colocado o porque se coló por toda la escuadra. No obstante, poco les duraron las ilusiones, un error de entendimiento entre Perea y el nefasto Ufalujsi permitió que Eto´o disfrutase de una autopista entre ambos por la que no dudó en adentrarse para lograr el cuarto. Una brillante jugada de Iniesta que se marchó de su marcador, Ufalujsi -quién sino-, sin regatear siquiera, finalizada con un disparo que rebotó en el poste, fue retomada por Gudjohnsen para poner el fin a la primera parte y al partido en el minuto 28.

El resto del encuentro, privado de tensión, de competencia, de ritmo, de ambición y, si se apura, hasta de coraje, sobre todo por parte de los atléticos, cuya depresión era más vergonzosa que lastimosa, sirvió únicamente para que Messi estuviera apunto de imitar nuevamente a Maradona. No hubiera valido como ejemplo, enfrente tenía ya sabemos a quién. También para que Henry marcase un bonito gol desde fuera del área ajustando de primeras un fuerte chut al palo, tras un lance que él mismo había iniciado al combinar con Xavi. El catalán la adelantó para Iniesta que se la dejó franca al ex astro para que finalizase al más puro estilo de su época en el Arsenal.

Sumariamente: de todos los partidos posibles que pudieran haber disputado ayer Barcelona y Atlético este fue el peor. Sobre todo para los madrileños, quizá los culés disfrutasen, aunque no deberían sacar conclusiones de este fraude.

Cara a cara legendario (Barcelona - Atlético de Madrid)


Cara a cara legendario

¿Messi o Kun? Quizá sea la pregunta que más azuza la mente de los aficionados al fútbol, en España y fuera de las fronteras patrias. Se la hacen los gerentes del Manchester City, tiene a Argentina dividida y, aunque se la plantea, es una delicia para el seleccionador de la albiceleste.

El partido de esta noche no servirá para despejar la incógnita, todo apunta, más bien, a que esta pregunta sea la más repetida en la próxima era. Si añadimos los nombres de Cristiano Ronaldo y Kaká tenemos el cuarteto de jugadores que, casi con total seguridad, se disputarán en los años sucesivos el balón de oro.

Las confrontaciones entre Barcelona y Atlético de Madrid se han ganado, por derecho propio, el adjetivo de espectaculares. Todavía flota en nuestra memoria aquella apasionante semifinal de copa que terminó con el increíble resultado de 4-3. Además, esta temporada, ambos conjuntos tienen puesto el punto de mira en alzarse con el título liguero. Si no soprende en el Barcelona, sí -aunque no debiera-, lo causa en el Atlético, que parece haber reeditado esta campaña el estatus perdido de aspirante a todo.

Son, según lo dicho, muchos los alicientes que tiene este partido: Mide el nivel de dos aspirantes, sirve para comparar a dos estrellas y además, pone en jaque el proyecto de Guardiola. El Atlético es el primer rival serio que visita el Nou Camp esta temporada, durante las primeras jornadas hemos visto un equipo esquizofrénico. Conciso, amanerado, excelso en el juego de medianías y espeso, soso y viciado en las dos áreas. Con una defensa capaz de sacar de quicio a los aficionados culés y que suele fallar, precisamente, cuando no se puede fallar. Con una delantera inane, incapaz de transformar en goles la superioridad aplastante en el medio del campo, con un Eto´o que anda buscándose a sí mismo y un Henry que se ha perdido definitivamente. Solo Messi y, según piensan algunos, los árbitros, han conseguido que el Barcelona encadene cinco victorias consecutivas.

El Atlético tiene que reivindicarse, pero se presenta en la ciudad condal con la plantilla llena de grietas. Maniche, absurdamente, recayó de su lesión tras participar durante veinticinco superficiales minutos en el partido del miércoles de Champions, Simao y Forlán también son baja por lesión. El calendario sobrecargado, exigencia de los grandes, parece afectar singularmente a la escuadra rojiblanca, probablemente por falta de costumbre.

De todas formas, es seguro que asistiremos a un gran partido y, si no es tan grande, al menos podremos decir que hemos visto a Messi y al Kun, cara a cara, dirimiendo, durante noventa minutos, una cuestión que será eterna si ambos llegan a ser lo que todo el mundo espera; leyendas.

Villarreal - Betis El inexpugnable Madrigal

El inexpugnable Madrigal

Si alguien nos hubiera dicho hace diez años, cuando el Villarreal ascendió por primera vez en su historia a la primera división, que el conjunto castellonés sería ahora uno de los firmes candidatos para ganar la liga le hubiéramos tomado por loco. La progresión de este equipo ha sido asombrosa, bajo la sólida y minuciosa gerencia de Fernando Roig, desde su promoción a la liga de las estrellas, han conseguido ser semifinalistas de la Champions en la temporada 2005-06 y actualmente ostentan el título simbólico del subcampeonato.

Si alguien nos hubiera dicho que un histórico de la primera española como el Betis iría algún día al Madrigal bajo la condición de víctima no le hubiéramos creído, pero el hecho es que los amarillos llevan nueve encuentros consecutivos sin encajar un solo tanto en su feudo, merced a su riguroso orden defensivo y al buen hacer del canterano madrdista Diego López que paulatinamente se está convirtiendo en una referencia dentro de los grandes guardametas del planeta fútbol.

El Betis llega a Castellón tras perder frente a Madrid y Barcelona en dos encuentros dignos en los que los sevillanos aguantaron el empuje de los dos colosos del fútbol español hasta los últimos minutos del partido. Además, sirvieron para que Emaná, Mehmet Aurelio y Sergio García que causa baja por sanción, dejaran muestras de lo que pueden ofrecer a este equipo; talento, contundencia e instinto goleador respectivamente. No obstante, únicamente han sumado dos puntos en lo que llevamos de campeonato y pese a que el juego es prometedor, la falta de puntería unida a la ausencia de confianza para afrontar los momentos claves de los partidos, hacen dudar a la afición verdiblanca de este nuevo proyecto comandado por Chaparro.

El Villarreal, por su parte, venció entre semana al Celtic de Glasgow y por ese motivo Pellegrini quizá dé descanso a algunos de sus hombres más importantes, tal es el caso de Capdevilla, que de seguro se perderá el choque, descartado por el técnico, además sufren la baja por lesión, la enésima, de Nihat. Su arranque liguero ha sido excepcional, todavía no han perdido un solo partido ni en Liga ni en Champions y quieren conservar el coliderato.

Se presenta, por tanto, un duelo desigual, el último paso de la temprana travesía bética por ese camino de espinas que constituye enfrentarse a todos los grandes consecutivamente. Sin embargo, el Villarreal puede notar el desgaste por el partido de Champions y facilitar las cosas a los andaluces, que tienen posbilidades de enmendar desde aquí la marcha titubeante y castigada de su inicio liguero.

martes, 30 de septiembre de 2008

Pánico en el Petrovsky

El Madrid comenzó por el final, comenzó por la agonía, por la desesperada lucha por la victoria, por ese juego inquieto, vertical e inaprehensible para las defensas rivales, mezcla de casta, fuerza y un insobornable talento. Saltó al césped ruso como azotado por una corazonada, preso de una lúcida locura que lo llevaba a acosar la portería rival sin conceder ninguna tregua a su oponente, incluso con un descaro rayano en la desvergüenza teniendo en cuenta que en frente se encontraba una de las revelaciones del fútbol Europeo. Como si todo estuviera perdido de antemano, o, más bien, como si hubiera que recuperar heroicamente todo el crédito malgastado estos años en los que la Champions ha sido un erial de juego y resultados.

Los resultados de este apremiante dominio en el juego blanco no se hicieron esperar. Casi en la primera jugada del partido, Van Nistelrooy puso un centro templado a Higuaín. Éste remató de un modo excepcional, pero insuficiente, porque lo fue más aún más la estirada de Malafev que desvió el balón a córner, un excepcional portero rodeado de una pésima zaga. Sin solución de continuidad, de la Red conectó magistralmente con Van der Vaart con uno de esos pases que pasan desapercibidos porque se realizan a tal velocidad que nuestra mente es incapaz de imaginarlos, pese a que encubren una genialidad. El holandés recibió el balón, se encontraba apostado en la banda, tras sacar desde la esquina, todavía en la jugada iniciada por el testarazo de Higuaín. Centró al tumulto de piernas propias y ajenas que se concentraba en el área chica y Hubocan remató, antes de que lo hiciera Ruud, contra su propia portería.



El reloj solo había avanzado hasta el minuto tres, todavía no habíamos visto aparecer a ese diablillo llamado Arshavin y no tardaría en denotar su gran talento. El partido continuaba siendo del Madrid. Las internadas de Robben, las imprecisas y centelleantes jugadas de Van der Vaart, la potencia del Pipa y la amenazante presencia de Van Nistelrooy, ensortijadas por un inconmensurable, en estos minutos iniciales, de la Red no permitían que el Zénit se hiciera con el control del partido. Aunque resultara increíble a priori, todo presagiaba una goleada, pese a que los rusos dispusieron de alguna oportunidad, consecuencia de la inspiración dispersa de Danny y de las internadas de Sirl, la impresión que daba la contienda era la de que el Madrid la finiquitaría a la contra súbitamente. Sin embargo, todo era demasiado perfecto para ser real. Un error en el marcaje de Ramos tras un saque de banda propició que Arshavin se escapase y pusiera un balón calculado para que Danny, sobre la cabeza de Heinze, empujara el balón con un preciso e irrefutable toque en el aire, dentro de la portería. Sin demostrar nada fuera de lo común, el Zénit había empatado, como los grandes.



El choque empezó de nuevo, es decir, el Madrid volvió dominar el partido, le bastaron seis minutos de acoso para volverse a poner por delante en el marcador. Antes del gol, un chut potente y acre de Van der Vaart desde fuera del área fue rechazado por Malafeev. Higuaín se quedó mirando como la pelota se desvanecía a escasos centímetros, fue el único momento en el que se pudo echar de menos al capitán. Una nueva jugada de Van der Vaart, el mejor durante este periodo, provocó el segundo gol. Tras un centro por raso del mediapunta tulipán camino, probablemente, de ninguna parte, un zaguero ruso desvío la trayectoria lo justo como para que Van Nistelrooy, siempre avizorante, cazara la pelota dentro del área y resolviera con la ausencia de compasión que le caracteriza.



Antes de que expirase el primer tiempo el Madrid tuvo el descabello. Van der Vaart, con un sutil toque de tacón, que en él no es un lujo sino una especialidad, habilitó al Pipita para que marcase a placer. El joven delantero argentino, en ocasiones, parece no disfrutar del deleite si no es fatigoso y erró el disparo. De ese modo se llegó a la segunda parte, con la sensación de haber contemplado un espectacular film de acción en el que el Madrid fue el principal protagonista, bien escoltado -cierto-, por un poco menos que brillante elenco de secundarios.

El conjunto peterburgués salió del vestuario dispuesto a ofrecer una versión mejorada de sí mismo, mucho más parecida a la que mostró frente al Manchester. Sus acciones ofensivas continuaban siendo el producto aparente de las ocurrencias, esta vez más constantes, de Arshavin y Danny, acompañados esporádicamente por Dennisov y lanzados, todos ellos, por las incorporaciones relampagueantes de Sirl, que desquició a la línea defensiva blanca durante todo el partido.

El Zénit consiguió aprisionar al Madrid en un espacio microscópico de juego. Pepe, Cannavaro, Ramos y Heinze, regresaron a su posición natural, la de centrales, y se organizaron, reticular y ferozmente, para devolver todos y cada uno de los balones que Progrebniak no acertaba a rematar. El asedio sobre la meta de Casillas se debió parecer mucho al de los cosacos sobre las aldeas que tomaban. Con todo, el Madrid avisaba a la contra. Higuaín se marchó de su marcador con un amague en carrera digno del jugador de élite que promete, era el último hombre y se hallaba en la línea divisoria, condujo con potencia hasta el mano a mano con el portero y consiguió rematar, algo apurado ante su salida y la presión de los centrales que recuperaron rápidametne la posición. La pelota se marchó alta, le faltó un suspiro para entrar. El que debió exhalar Schuster cuando le entró el pánico al ver que no se producía el gol que hubiera dictaminado, justa y merecidamente, sentencia.

La encrucijada, seguir confiando en el sistema original y exponerse al hostigamiento en tromba del Zénit, manteniendo una rendija de lucidez en las contras, o ceder ante el temor que infunde el dios Pan y sustituir al mejor hombre hasta el momento en ataque, Van der Vaart, por un medio centro de contención, Javi García. Evidentemente; lo segundo. Si las ocasiones anteriores del Zénit habían sido clamorosas, puede considerarse prodigioso el hecho de que Arshavin lanzara al palo, que Danny fallase en boca de gol, que Pepe imantara su cuerpo para que todos los balones que colgaban Dennisov, Sirl o un menos destacado Ziryanov, se estrellasen contra su figura.

Como en el periodo anterior, el Madrid dispuso de buenas contras. El Zénit atacaba con todo y sus efectivos en la retaguardia, además de su consabida impericia, eran escasos, pero faltaba claridad. De la Red se desdibujó, desfondado físicamente durante todo el segundo tiempo y Robben, una vez declarada la anarquía, decidió hacer la guerra por su cuenta. El partido fue muriendo en medio del pánico en el área madridista, hasta el punto de que solo los errores, uno tras otro, de los atacantes del Zénit favorecieron que no se materializara en horror, ante la hipotética ocasión perdida de alzarse con una importante victoria.

Felizmente, pese a todo, el Madrid ganó, y ganó bien, pese a poder golear, poder ser goleado y provocar más de un ataque cardiaco entre los aficionados blancos. Es primero de su grupo con 6 puntos, le separan 2 de la Juve, que consiguió un pírrico empate en Borissov.

La fortaleza de San Pedro

Esta tarde, 18:30 hora española, confluyen en la ribera del Nerva las historias de dos potencias que reivindican su hegemonía. En el Palacio de Invierno, perteneciente al complejo del Hermitage, una de las pinacotecas más prestigiosas y abundantes del mundo, en connivencia con los fantasmas de los zares, el príncipe Advocaat y su tropa velan armas bajo la luz que suministra Grazprom. El Zenit quiere convertirse en el primer club ruso que se alza con el cetro europeo y para ello, los prebostes del régimen de Putin, henchidos por el gas, no escatiman en gastos. El pasado verano firmaron a Danny, un exquisito mediapunta luso, capaz de ridiculizar él solito a la defensa del Manchester United en la Supercopa europea, por la soprendente cifra de 30 millones de euros, sin transigir en la marcha de su gran estrella, Arshavin, aquel extremo de rostro aniñado que se descubrió ante el mundo sorteando defensas holandeses como si fueran conos de tráfico. Junto a Zyrianov, un excelente mediocampista con llegada y una privilegiada visión de juego, y Progrebniak, un ariete de esos que ya no quedan, aspiran a cortar por lo sano la racha madridista en liga y a devolver al fútbol eslavo su estatus de referente internacional.

Del otro lado, han desembarcado ya en el Petrovsky los navíos blancos. Bajo el almirantazgo de un Schuster que no renuncia a su buque insignia, un cuestionado Raúl, portan en su estandarte las fechas de sus 9 copas de Europa. Este año parecen decididos a conquistar la décima, ratificando así su calidad de Emperadores del viejo continente. La batalla contra los peterburgueses se antoja como una inmejorable vara de medir su estado de forma. Formarán los mismos once hombres que consiguieron la agónica victoria frente al Betis. Si de la Red continúa exhibiendo su talento, Van der Vaart su contundencia y Van Nistelrooy su acierto, tienen serias posiblidades de saquear la "fortaleza de San Pedro", significado etimológico de la ciudad de San Petesburgo.

lunes, 29 de septiembre de 2008

El Madrid no es el Getafe

Os quiero presentar a un nuevo colaborador, su nombre es Jorge Martín, no es hermano de Ángel Martín, pero sus comentarios son tan afilados como los del ilustre presentador de Sé lo que hicisteis.


El Madrid no es el Getafe


Han pasado un año y tres meses desde que Schuster dijera aquello de “si he conseguido hacer jugar bien al Getafe, podré hacerlo con el Madrid”, y aun estamos esperando. El Madrid no juega bien al fútbol desde la época de los galácticos. Desde entonces ha hecho buenos partidos pero no se ha acercado, por poner un ejemplo, al juego del Barcelona. Incluso cuando el barça juega mal lo hace aun mejor que el Madrid. No se por qué razón, no se cual es la tecla que falta pero el Madrid de Schuster sólo se diferencia del Madrid de Capello en el sistema a la hora de colocar a los jugadores: del 4-2-3-1 del italiano al 4 -3 -3 del alemán. Es más este Madrid aun tiene mucho, por no decir todo, del equipo de Capello.

Los blancos funcionan como un reloj, pero sin cronómetro, sin cuenta atrás, sin calendario…su función es dar la hora y la acaba dando, exacta, pero solo en su país, no sirve fuera de España, sólo tiene una franja horaria. No puede destacar una pieza sobre otra. Si se juega mal juegan mal todos, pero es igual, si hay que ganar todos van a ganar. Capello dijo que había que recuperar el espíritu de la camiseta y caló tanto que no saben aumentar sus valores. Es tan fuerte ese espíritu que nubla al propio equipo y al contrario. Sólo hay que ver como ha ganado esta última liga, muy parecida (con menos apuros) a la primera con Capello. Siguen sin jugar bien pero no paran de ganar. Da igual como se ponga el contrario, da igual que marquen uno, dos y hasta tres goles, el Madrid acaba remontando simplemente por fe, nunca hay fútbol (a veces lo pone Guti, como contra el Sevilla el partido en el Bernabéu cuando aun estaba Capello). El equipo se vuelve anárquico, le gusta el caos, porque cuanto más imposible más espíritu blanco, más madriditis. Schuster aun no se ha hecho notar, aún no se ha desecho de Capello, hasta él dice ya que lo primero es ganar y después el buen juego, cuando el primer día su discurso era el contrario. Vino para hacer jugar bien al Madrid y, hoy por hoy, el Madrid no es el Getafe.

El equipo está viciado, se ha acostumbrado a creer en si mismo, sabe que lo más importante en el fútbol es competir, no le hace falta jugar bien. Pero Schuster por eso no está contento porque sabe que hasta él se capelliza. Ganar gusta mucho y cuando te acostumbras a ganar de una manera aunque no quieras esa manera, acabas agarrandote a ella. ¿Por qué Casillas sigue sacando el largo con el pie? Schuster odia eso, pero eso elimina gran parte del campo, el Madrid muchas veces se la ahorra para no perder tiempo y ganar partidos, porque este Madrid no está echo para el público, es una máquina de ganar al contrario, se ponga quien se ponga, y como se ponga, pero fútbol poquito...


Jorge Martín

sábado, 27 de septiembre de 2008

El juego de las diferencias y el derby.

Para alguien que ayer no pudiera disfrutar de los partidos de Madrid y Barcelona que eche una ojeada rápida al periódico de la que solo se quedara con el resultado final, los minutos de los goles y sus autores, podría pensar que ambos partidos discurrieron de un modo similar. Pensaría que tanto Madrid como Barcelona racanearon esfuerzos ante la inminente jornada de Champions en una contienda liguera en medio de un calendario sobrecargado y que resolvieron en el tiempo añadido en un último apretón. Esta visión es en parte acertada, lo es del mismo modo en que tendemos a ver idénticas a primera vista las dos imágenes que aparecen en el juego de analizar diferencias que suelen proponer algunas publicaciones como pasatiempos. Ese juego en el que tenemos, pongamos por caso, dos rostros de un tigre y en el que nuestro objetivo consiste en averiguar que el de la derecha tiene una raya más, un ojo menos o una oreja demasiado larga en comparación.




Tanto el Madrid como el Barcelona son dos tigres de la competición liguera, quizá sean los mayores depredadores que campan por España, los rivales en ocasiones se asemejan a las gacelas que aparecen en los documentales de la 2 y que anteceden o se confunden con la siesta. Con todo, no es lo mismo ganar dando un último mordisco letal en carrera a la presa cuando ésta huye despavorida y plena de fuerzas, que devorar a un ejemplar cuando está en el suelo porque se ha tropezado debido a que un tecero le ha zancadilleado.

Barcelona - Espany
ol


El Barcelona jugó bien, por seguir con el símil, merodeó durante todo el derby alrededor de la manada con energía y paciencia, controlando en todo momento el ritmo del encuentro, con un Xavi que desde que recuperó los galones en la Eurocopa se puede considerar el centrocampista más en forma del viejo continente, lo que equivale a decir del mundo. Las estadísticas no mienten, tiró cuatro veces más a puerta que su rival y que fuera perdiendo al descanso resulta absolutamente incomprensible, tan incomprensible como en Soria o frente al Rácing, es decir, incomprensible y al mismo tiempo lógico, paradojas del fútbol. El Espanyol consiguió su tanto en una jugada desafortunada de Víctor Valdés, bien es cierto que Luis García, pícaro, le tocó sutilmente. Hay quienes dicen que porque Puyol hizo lo propio con él, no creo que merezca la pena entrar en ese debate, el hecho es que Víctor despeja mal y eso es aprovechado por Coro para marcar a placer. No es que Víctor sea un mal portero, pero es seguro que no está entre los diez mejores del mundo, a estas alturas de su carrera creo que se puede afirmar sin dificultad que le ha restado más puntos al conjunto culé de los que le ha dado. Es un chico simpático, correcto, amable, canterano, catalán, un contrapunto a Iker Casillas en el Real Madrid, con la nimia diferencia, otra, de que el mostoleño nos tiene acostumbrados a parar lo posible y lo imposible mientras que Víctor, en ocasiones como la de ayer, hace lo imposible para hacer posible un gol. Hubiera sido mucho más sencillo mandar la pelota a córner y luego protestar si es que hubo falta, que está por ver.

La primera parte terminó con la expulsión rigurosa, por no decir escandalosamente injusta, de Nené. El ex celtiña pagó el pato por la jugada del gol de los suyos. Medina, aplicando esa extraña ley compensatoria según la cual para nivelar un posible error hay que cometer en su lugar otro más grande en sentido inverso y que en aplicación del más elemental sentido común no sería arreglar nada sino empeorar mucho más las cosas, se cargó un duelo que hasta el momento era muy intenso, apasionante. Todo un derby, con los espanyolistas defendiendo con uñas y dientes, colgados del larguero -tuvieron que sacar dos balones a lo largo de los noventa minutos sobre de la línea de gol-, voraces en las contras y con un Kameni espectacular, defendiendo su honor y su dominio dentro del universo futbolístico catalán.

En la segunda parte el Espanyol defendía mermado en sus efectivos, de ahí que los problemas en la zaga se fueran haciendo cada vez mayores por el empuje blaugrana, pese a que Guardiola se equivocó en los cambios dando entrada a Eto´o por Abidal y a Bojan por Busquets. Sobre todo a raíz de la salida del excelente pivote, hijo de aquel singular portero que siempre calzaba mayas y que era casi tan bueno con las piernas como con las manos, perdió claridad en el centro del campo sin ganar pegada. Hasta cuatro delanteros acosaban la meta de los periquitos sin criterio alguno, pero con mucha voluntad y una incuestionable calidad. El gol tenía que llegar, lo hizo en un contragolpe y de rebote, cosas del fútbol. Henry lanzó al muñeco, como suele últimamente, con la fortuna de que el despeje de Kameni se estrelló en Jarque que había perdido la posición y que perseguía al francés como un pollo sin cabeza, haciendo que la pelota volviera templadita al ex gunner que solo tuvo que empujarla. No se entiende que Guardiola alineara a Henry y que lo mantuviera los noventa minutos, este jugador se parece muy pocas veces a sí mismo, en un momento de la retransmisión Valdano apostilló una jugada suya con este comentario: "A veces Henry parece Henry". Creo que es la mejor definición de su estado de forma, no hay adjetivos más precisos, ni para lo bueno ni para lo malo, que su propio nombre para describirlo.

Antes del gol, los Boixos Nois se diviriteron lanzando bengalas contra la afición blanquiazul. Una curiosa manera de pasar el rato mientras se disputa un partido de fútbol que pudo ocasionar alguna funesta consecuencia. Un estadio de fútbol es un lugar en el que está permitido abstraerte de tu vida cotidiana, de tu faceta habitual y reconocible. Estoy seguro de que entre los que ayer lanzaban bengalas se encuentran buenas personas que no suelen hacer eso desde la ventana de su apartamento mientras la vecina tiende la ropa. Del mismo modo, no solemos hacer patentes nuestras reservas con respecto a una opinión con la contundencia con la que se insulta al árbitro desde la grada. El fútbol es así, le pese a quien le pese y no considero apropiado hacer demagogia sobre lo malos que son los Boixos porque ya lo sabemos todos, coincido en esto con Laporta, la culpa no es suya sino de los servicios de seguridad del Espanyol. En el feudo espanyolista, por alguna extraña razón que no alcanzo a entender, las atracciones pirotécnicas casi forman parte del espectáculo desde hace años y eso es lo lamentable. Deberían haber aprendido la lección después de lo ocurrido en 1992, cuando, precisamente por ese motivo, un niño falleció en Sarriá. La juez que instruyó el caso condenó a indemnizar a la famlia de la víctma con 42 millones de pesetas al Espanyol, porque son ellos quienen tienen que mantener el orden en el estadio. No se les puede pedir a unos descerebrados como los Boixos que guarden la compostura.


Cuando el choque expiraba llegó la actuación estelar de Medina. El árbitro se guardó para sí mismo los momentos álgidos del choque, el término de la primera parte y el término del partido. Cometió dos erorres: "ahorcar al hombre equivocado y dejarlo con vida", no, pero casi. Añadir tres minutos, sobre el añadido debido al incidente de los Boixos, para descontar cinco posteriormente y señalar un penalty que no solo no existió, en la medida en que se dio fuera del tiempo reglamentario, sino que además ni siquiera se produjo, pues Dani Parejo toca el balón. Ciertamente, si uno fuera contumaz en sus observaciones, podría llegar a la conclusión de que Medina añadió todo el tiempo que era necesario para que el Barcelona marcara. No seré contumaz, diré solo que se trata de un árbitro nefasto y, diré más; generalmente, los árbitros, cuanto peores son, más benefician a los mismos, pero es producto del azar, no sean mal pensados. Messi realizó el penalty y dio los tres puntos a los culés que pese a ser superiores en el juego no merecieron la victoria. Lo justo hubiese sido el empate para privilegiar la aguerrida y heroica defensa del Espanyol durante todo el encuentro. Supongo que al seguidor periquito se le quedará cara de tonto toda la semana y tendrá que soportar las crueles burlas de los aficionados blaugranas en el trabajo, en el bar, en el súper. No obstante, deberían caminar con la cabeza bien alta visto lo visto en el partido, además, tienen motivos más que sobrados para regodearse en su modestia, ligada casi siempre a las injusticias que benefician históricamente al otro equipo de la ciudad en derbys como este.

viernes, 26 de septiembre de 2008

¿Es Álvaro Negredo un jugador de futuro para el Real Madrid?

Pese a que ayer no disputó un buen partido me encanta este jugador y creo que podría ser un buen acompañante para Higuaín en el futuro cuando Raúl y Ruud cuelguen las botas o tengan que bajar el ritmo de partidos de manera significativa. Quizá no tenga la potencia de Benzemá ni el sentido de la oportunidad de Huntelaar, pero considero que es un punta muy completo.

Técnico, quizá sea éste su gol más conocido, el que le endosó al Valladolid tras una dejada de otro canterano, Corona. Una volea inapelable desde fuera del área que pilla desprevenido al meta pucelano.



Bien colocado , como se observa en esta jugada ocupa bien los espacios en el área anticipándose a los defensas y esperando su oportunidad. Resuelve con gran clase.



Arrancada, , es capaz de sacar ventaja por su físico y su fuerza en pocos metros sobre el defensa y no se le nubla la vista cuando enfrenta al portero.



Potencia aérea, quizá su cualidad más destacada. Uno de los mejores cabeceadores de la liga.



Además de por su capacidad goleadora también destaca por su continuo movimiento entre líneas que desespera a los centrales rivales a los que con frecuencia saca de su posición. Controla bien el balón de espaldas y puede incorporarse por los costados. Esta temporada lleva 3 goles en las 4 jornadas disputadas. El Madrid lo puede recuperar por cuatro millones de euros durante las dos próximas campañas. Actualmente tiene 23 años.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Siete


Instantes antes del partido Preciado arenga a sus hombres, les habla de lucha, de orgullo, de lo que significa venir a jugar en el Bernabéu. Barral, un viejo canterano madridista, escucha la charla con atención, se enfrenta al equipo de su vida y de sus sueños por primera como profesional, quiere dejar el pabellón bien alto. Sergio Sánchez, el cancerbero gijonés, ha estado pensando desde el domingo en borrar de su memoria los seis goles que encajó frente al Barcelona, qué mejor escenario que el de Chamartín. Maldonado, un extremo capaz de lo mejor y de lo peor, que siempre nos deja alguna perla memorable de su talento escondido a lo largo de la temporada, calienta intensamente en la antesala. Once hombres se enfrentan ante el todopoderoso Real Madrid, en su feudo, donde el equipo del que portan su escudo jamás ha vencido en su dilatada historia. Representan a una escuadra modesta, pero traen consigo a varios centenares de aficionados ilusionados con su reingreso en la máxima categoría que cantar sin cesar antes de que comience el choque, vienen a ver a su equipo dejarse las entrañas en el campo. Saben que la victoria es casi una utopía y así lo manifiestan, pero no pueden ocultar un arcano anhelo, ganar en el campo del Real Madrid. Donde jugó Di Stéfano, Puskas, Santillana, Butragueño, Zidane, donde juegan Raúl, Van Nistelrooy, Sergio Ramos, Rafael van der Vaart.
Comienza el partido, durante los primeros quince minutos el público asturiano se ilusiona. Barral y Kike Mateo están presionando a los centrales, Diarrá, como acostumbra, se atora cada vez que recibe un balón. Van der Vaart está demasiado adelantado y no se entiende con de la Red. Camacho y Míchel cortan todos los balones que pasan por la medular, parece que Maldonado puede hacer de las suyas en cualquier momento. Este Sporting huele a peligro, Raúl Cámara sube por la banda, cuatro hombres en la frontal del área madridista, los primeros pitos del respetable ante el mal juego de su equipo que solo es capaz de sacar la pelota con balones largos y que está siendo acosado por el empuje de once gladiadores que han venido a morir al cielo. Así es, a morir. Una jugada aislada, Diarrá consigue al fin combinar con de la Red, sin tiempo para pensar y ante la falta de espacios eleva un balón Raúl que peina sutilmente la bola, Van der Vaart, no tan rápido como el viento pero sí más que Iván Hernández y Colín gana la posición y engancha una volea impepinable. El primero.
Sergio Sánchez recoge la pelota del fondo de la red y abronca a su defensa. Resignado, Barral saca desde el medio. La hecatombe, nuevamente hasta cinco atacantes sobre el área del Madrid, Pepe tiene que emplearse con contundencia para rescatar un balón de una barahúnda de piernas sportinguistas que incluso se llegan a estorbar entre sí, con la voluntad solo no basta cuando tienes enfrente a la genialidad. Van der Vaart tenía una noche inspirada, de la Red conduce por la banda derecha, desprotegida ante una subida de Cámara, y pone el balón en el área. El holandés, de espaldas al marco, con un preciso e inverosímil toque de tacón, aloja el segundo. Las cosas pintan mal, minuto 33', 2-0, a Sergio Sánchez se le revuelve el estómago solo de pensar en otra goleada mientras Higuaín afila su puñal, quiere su gol, tiene que reivindicarse. Tres minutos después, tras una jugada de Robben, sentenciaría antes del término de la primera parte con un buen remate cruzado que se cuela junto al palo.
Los jugadores del Sporting se marchan cabizbajos, tres errores puntuales y flagrantes en defensa, o tres actuaciones inconmensurables antes de comenzar el partido les mandan a la caseta con la la perspectiva de cuarenta y cinco negros minutos por jugar. En el vestuario reina el desánimo, Preciado trata de insuflar moral a los suyos, pero en la mente de todos sobrevuelan los fantasmas del domingo en el Molinón. El míster castiga a Cámara, saca en su lugar a Neru y da entrada a Castro que suple a un desaparecido Maldonado, Pedro les acompañaría poco después, cuando la tragedia era irremisible, sustituido por Morán.
La segunda parte no puede empezar peor, Raúl asiste a Van der Vaart que desde la frontal del área, ajustando mansamente la bola al poste por raso, logra el cuarto. Hat-trick, la noche es suya, máxime cuando cuatro minutos después lanza un pase al espacio que es cazado por Robben para convertirlo en gol tras sortear al portero que había salido desesperado y a la desesperada. Pero no, la noche dice siete. En el 58', después de que Mateo lograse el gol de la honra, un potente chut del extremo holandés es repelido por Sergio y, tras rebotar en el travesaño, es empujado por Raúl al fondo de la red. Posteriormente, con una bella vaselina redondea la cuenta, el séptimo, del siete. Dos goles que recuerdan a los mejores tiempos de Raúl. El primero, inteligencia y picardía; el segundo, de cuchara.
Ahí se terminó el partido, Schuster dio entrada a Javi García por Diarrá y, en la recta final del encuentro, a Drenthe por Robben y a Saviola por Higuaín. Los cambios y puede que la compasión ante los jugadores del Sporting, en cuyo rostro podía leerse solo la desolación y el orgullo herido, provocaron que el choque bajara de ritmo y fuera apagándose paulatinamente tras la euforia goleadora hasta el pitido final, como un grito de alegría o de pesar.