sábado, 4 de octubre de 2008

Papá, ¿por qué somos del Atleti?

Esperábamos un partido bronco, disputado, con alternativas para ambos equipos. Con emoción, con una lucha feroz en el medio del campo, a un Atleti replegado, haciendo daño a la contra. Queríamos un duelo entre el Kun y Messi, por ver quién es el mejor jugador del mundo en la actualidad. Sospechábamos que el Atlético de Madrid era un candidato al título y que presentaría batalla frente a un irregular, en el comienzo de la temporada, Barcelona. Soñábamos con uno de esos duelos en las alturas, donde cada gol es fiduciario del talento, presa del esfuerzo, el tesón y, quizá la buena suerte, del conjunto que lo consigue. Pensábamos que Ufalujsi y Heitinga son los dos centrales que necesitaban los pupilos de Aguirre para dar el salto a otra liga, a esa que se libra en choques como éste. Deseábamos goles, y los hubo, sí, nada menos que siete, pero no fueron la consecuencia de la virtud, sino del propósito de unos y del depropósito de los otros.

El Atlético, como la bolsa, históricamente se ha caracterizado por defraudar las expectativas que pesan sobre él y ocasiones como ésta afianzan el mito. El mito del pupas, del "papá, ¿por qué somos del Atleti?", del quiero y no puedo, del puedo y no sé, del sé y no llego. El Barcelona no tuvo tiempo de exihibir su manejo en el medio del campo, de acosar la potertería rival, ni siquiera de marrar oportunidades. En el minuto tres hicieron la jugada de estrategia que llevan haciendo durante los tres últimos años; Márquez se adelanta y, desde el primer palo, remata de cabeza tras un balón templado sacado de una falta lateral. Es seguro que Aguirre previno a sus hombres de esta tesitura, de que la ensayaron en todos los entrenamientos, por eso es aún más injustificable ese ataque de amnesia táctica y técnica que les sobrevino de repente a todos los zagueros atléticos. ¡Márquez remata completamente solo! Se puede alegar desconcentración, eran los primeros minutos, pero el hecho es que el azteca, durante el resto del encuentro, volvió a hacerlo en dos ocasiones más.

Dos minutos después Ufalujsi cometió su primer y no único error de la noche. Messi controla de espaldas a la portería y trata de driblar al defensa checo, éste no llega a alcanzar la pelota y comete un absurdo penalty en la frontal del área que convertiría Eto´o. El reciente fichaje del club rojiblanco atemoriza mucho más por su aspecto que por sus actuaciones. Su melena, su rostro serio, sus hechuras viquingas, presagian un central infranqueable además de fornido. Sus acciones confirman que las apariencias,
frecuentemente, engañan.

El 3-0 no se hizo esperar, un error de Coupet a la hora de ordenar la barrera, si es que la pidió, provocó que Messi pudiese marcar a portería vacía. Es cierto que el Barcelona jugó un buen partido, pero esta jugada resume exactamente el estado de la defensa atlética durante el choque. El ex internacional francés, por cosas como estas perdió el puesto en la selección, estaba abrazado al poste mientras los miembros de la barrera discutían entre sí. Messi demostró que además de un crack, es pícaro, astuto y tiene puestos los cinco sentidos en el partido, aunque visto el resultado final esta jugada se antoja anecdótica.

Los colchoneros, por medio de Maxi, en la única ocasión clara de la que dispusieron cuando todavía marcar goles servía para algo dedició anotarse pronto el gol de la honra. Un disparo lejano del volante argentino que Valdés no acertó a atajar porque estaba mal colocado o porque se coló por toda la escuadra. No obstante, poco les duraron las ilusiones, un error de entendimiento entre Perea y el nefasto Ufalujsi permitió que Eto´o disfrutase de una autopista entre ambos por la que no dudó en adentrarse para lograr el cuarto. Una brillante jugada de Iniesta que se marchó de su marcador, Ufalujsi -quién sino-, sin regatear siquiera, finalizada con un disparo que rebotó en el poste, fue retomada por Gudjohnsen para poner el fin a la primera parte y al partido en el minuto 28.

El resto del encuentro, privado de tensión, de competencia, de ritmo, de ambición y, si se apura, hasta de coraje, sobre todo por parte de los atléticos, cuya depresión era más vergonzosa que lastimosa, sirvió únicamente para que Messi estuviera apunto de imitar nuevamente a Maradona. No hubiera valido como ejemplo, enfrente tenía ya sabemos a quién. También para que Henry marcase un bonito gol desde fuera del área ajustando de primeras un fuerte chut al palo, tras un lance que él mismo había iniciado al combinar con Xavi. El catalán la adelantó para Iniesta que se la dejó franca al ex astro para que finalizase al más puro estilo de su época en el Arsenal.

Sumariamente: de todos los partidos posibles que pudieran haber disputado ayer Barcelona y Atlético este fue el peor. Sobre todo para los madrileños, quizá los culés disfrutasen, aunque no deberían sacar conclusiones de este fraude.

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