El tenis es un deporte extraño, se trata de la única disciplina individual y eminentemente física que es seguida masivamente. Quizá en España esto tenga una explicación en el impacto social que siempre ha tenido la tauromaquia, pero no se trata de un caso aislado, pues siempre que un representante nacional aparece en la elite del tenis congrega audiencias millonarias y estadios repletos en su país, sea cual sea. Además tienen un sistema de puntuación extraño, a diferencia del resto de los deportes que solemos sentarnos a ver frente al televisor, en éste, el tiempo es un factor secundario, la partida se rige por unas aparentemente arbitrarias y sencillas normas que son costosas de averiguar en un principio. Generalmente, en las diferentes disciplinas deportivas, se privilegia al más rápido, o al que más goles o puntos consigue en un tiempo determinado. En el tenis gana el que consigue realizar seis juegos con una diferencia de dos con respecto a su contrincante por dos o tres veces en función del tipo de torneo que sea. Esto hace que no todos los puntos tengan el mismo valor, no es lo mismo ganar un juego al resto que hacerlo cuando se sirve, ni lograr ratificar una ventaja que conseguir el primer punto del juego con tu servicio. A mi entender, debido a esta doble particularidad, el tenis es quizá el deporte en el que el factor moral es más importante. Si es cierto que en fútbol hay goles psicológicos, como los que se marcan al final del primer tiempo o al comienzo del partido, o que no todos los atletas rinden al mismo nivel en las grandes competiciones debido a su debilidad o potencia mental, a su capacidad de dar la talla en los momentos cruciales, en el tenis, estos momentos, están por doquiera. En cada partido, en cada set, podemos observar multitud de momentos en los que los tenistas han de asumir una responsabilidad casi definitiva. No gana el tenista que más puntos de break obtiene, sino el que más aprovecha o el que menos concede y más consolida.
En un partido de alto nivel, como el de esta noche, entre Murray y Federer, al margen de sus cualidades individuales, a mi juicio, muy parejas, el factor moral se erige en el que decanta el resultado hacia un lado u otro. Federer ha sabido gestionar mejor los momentos en los que el partido requería de sangre fría, experiencia y el mejor juego posible. Por más que nos hayamos olvidado de él últimamente debido a que Nadal le ha robado parte de su esplendor, no podemos dejar de admirar sus capacidades. No solo su clase, su contundencia desde el fondo y su efectividad en las subidas a la red, su excepcional saque y su inapelable resto frente a un segundo servicio. Más allá de esto, lo que hace de Federer un grande, un grande de la historia del deporte mundial, es que siempre saca lo máximo de sí cuando la situación es más peligrosa. En los momentos en los que a otros les tiembla la raqueta y su vista se vuelve borrosa, él despliega sus mejores golpes. ¿Quién no se hubiera venido un poco abajo cuando en el segundo set, después de romper el servicio del escocés y mientras se dirigía lanzado hacia su quinto US Open, Murray ha conseguido romperle el servicio? No solo no se vino abajo, sino que fue capaz de ganar el set cuando Murray servía para alcanzar el Tie-Break. Es solo un ejemplo de lo que ha sucedido a lo largo del partido, un Murray irregular, alternando grandes puntos con errores no forzados innecesarios, intimidado sin duda por la figura de este supercampeón y adolorido en su rodilla derecha, dolor, que, como no podía ser de otro modo, se veía incrementando cada vez que el suizo lograba winners con su derecha, excepcional todo el torneo y especialmente acertada en la final de hoy.
En los últimos meses habíamos visto como perdía parte de su confianza, debido a rumores que anunciaban su retirada, que hablaban de un cierto hastío de vencer, de que no se sentía apto ya para afrontar la embestida de Nadal, de que su época había pasado. Eso había mermado su juego, pero sale de Nueva York reforzado y mientras las piernas y la cabeza le respondan, tenemos Federer para rato. Eso no quiere decir que Nadal no vaya a estar preparado para mantener su número uno, incluso con un Federer rayando su mejor nivel. Conviene recordar que el único tenista capaz de poner nervioso al suizo es precisamente el español. Quizá no tenga su clase, pero tiene una fe ilimitada y de eso se trata en tenis.
Aunque resulte superfluo, recopilo algunos datos; este es su quinto US Open consecutivo y constituye un nuevo récord, solo Sampras, en la era open, había conseguido cinco títulos, pero no de manera consecutiva. Se suma a sus cuatro Wimblendon, también seguidos, igualando a Bjön Born, y a sus tres Open de Australia. Le sigue quedando la asignatura pendiente de ganar su primer Roland Garros, pese a que ha estado presente en las últimas tres finales. De hecho, en las últimas cuatro temporadas, solo se ha perdido la final de este año de Australia, por lo demás, ha estado en el resto de finales de torneos de Grand Slam, manteniéndose como número uno durante todo este tiempo, hasta el advenimiento de Rafa… Todos deseamos que Nadal agigante su leyenda, pero hay que quitarse el sombrero ante este genio.
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Oficial: Nueva Chicago, Perazzo nuevo preparador
Hace 6 años
2 comentarios:
No son cuatro Wimbledon seguidos, sino cinco en total, los mismos que US Open, en total 13 grandes. Claro que hay Federer para rato, el mejor jugador de la historia no va a desaparecer sin más. No creo que los jugadores, empezando por Nadal duden de él, dudan los periodistas ávidos de noticias jugosas y estruendosas, y algún aficionado en el sentido más literal de la palabra.
Cualidades parejas? No veo que Murray tenga la naturalidad de Federer, bueno, no veo que nadie tenga la naturalidad de Federer. Otra cosa es que le gane o no, claro, pero ahí entran ya otros factores como bien explicas, el coco y sobre todo el físico y las ganas.
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